Francfort.- Francia dio hoy la gran campanada
del Mundial de fútbol de Alemania 2006 al eliminar al
todopoderoso Brasil de las megaestrellas, y ahora se medirá
con la moral por las nubes a Portugal en la semifinal que
se disputará el miércoles en Múnich.
Fue el simbólico fin de una era, la de la invencible
canarinha que reunía el campo más estrellas que
en el firmamento con Ronaldinho, Kaká, Ronaldo, Adriano,
Emerson, Roberto Carlos y Cafú, y que podía hacer
otro equipo campeón del mundo con su banquillo.
Ninguna de sus estrellas apareció y nada de estelar
tuvo un Brasil durante un torneo en el que estuvo jugando
con fuego y en el que terminó abrasado ante un rival
comandado por un de nuevo imperial Zidane y sobre todo con
muchas ganas, empuje y oficio.
Un gol de Henry en el minuto 57 dio el triunfo y el acceso
a semifinales a Francia, pero por lo visto en el campo el
resultado debía haber sido más amplio.
Brasil entregó el título conquistado en 2002, perdió
en un Mundial después de once victorias seguidas y cayó
por primera vez desde Italia 90 antes de la final, pero al
menos evitó llevarse una humillante goleada.
"Si no damos el salto de calidad, nos vamos para casa", había
anunciado el técnico brasileño, Carlos Alberto Parreira.
Le salió mejor la jugada como profeta que como entrenador,
porque su equipo siguió igual de gris que en el resto
del torneo y se marchó para casa, publicó DPA.
Por el contrario, Francia se dio, como ante España,
otro baño de autoestima. Pero esta vez acompañado
además de buen juego, porque suyos fueron el balón,
las ocasiones, los aplausos y el triunfo ante el campeón
mundial.
La última vez que se habían visto las caras en
un Mundial fue en una final, y el arranque del partido de
hoy pareció otra. Como dos púgiles en un combate
por la reunificación de títulos, tomaron posiciones
en el cuadrilátero, se midieron la distancia e intercambiaron
algunos pequeños golpes de tanteo.
Un impreciso cabezazo de Ronaldo, un disparo alto de Ribery,
un balón centrado por Ronaldo al que no llegó Kaká
no inquietaron a Dida o Barthez.
Cuando el partido se asentó, el mando fue para Francia.
Zidane, empeñado en que el de Fráncfort no fuera
tampoco su último partido, dio un recital de filigranas
como en los viejos tiempos, pero falló en lo primordial:
el pase de gol.
Francia bloqueó a Brasil, anuló a sus estrellas,
tuvo la pelota, la sobó, pero no supo llegar a la portería
del defensor del título.
Apenas un remate de Malouda y un par de líos dentro
del área bien resueltos por la defensa brasileña
no crearon verdadero peligro.
Y cuando no fue la defensa, el árbitro español
Luis Medina Cantalejo se encargó de aliviar a la canarinha.
Primero acertó al sancionar sólo con amarilla una
dura entrada sobre Vieira, que se marchaba como un tren hacia
la portería, porque Roberto Carlos llegaba para hacer
la cobertura.
Pero después se equivocó al no sancionar como penal
una mano de Ronaldo dentro del área. Podría haber
dudas sobre si la mano fue o no voluntaria, pero el problema
estriba en que Medina Cantalejo la vio, la pitó y la
sancionó con amarilla, pero la sacó fuera del área.
Pese a la desaparición generalizada de todas sus estrellas,
Parreira insistió en el mismo once en la segunda parte.
Francia siguió insistiendo, pero siguió errando
en el último pase.
Hasta que no erró. Zidane botó una falta desde
la posición de volante izquierdo y por el segundo palo
entró solo Henry para fusilar a Dida desde cinco metros
en el minuto 57. Los franceses, repartidos por todo el estadio,
estallaron de alegría y cantaron durante varios minutos.
Los brasileños, concentrados en una esquina, enmudecieron.
Pudo ser peor para la verdeamarela. Sólo cuatro minutos
más tarde, el incansable Ribery robó un balón
en la línea de fondo y su centro a punto estuvo de introducirlo
en su propia portería Juan.
Sólo entonces movió ficha Parreira, y fue para
volver precisamente a lo que había cambiado para hoy:
introdujo a Adriano en el lugar de Juninho, y devolvió
a Ronaldinho al centro del campo.
Ni sus propios jugadores creyeron en el cambio, y Francia
comenzó a gustarse. Zidane ya era casi el del 98, Henry
se bastaba en solitario para hacer temblar a toda la defensa
amarilla y Ribery ganaba en carrera incluso a Roberto Carlos.
Los franceses coreaban con olés, y los brasileños
insultaban a coro a Parreira.
Los brasileños perdieron hasta los papeles. Ronaldo
se dejó caer dentro del área de manera descarada
y el árbitro le perdonó la expulsión, igual
que a Lucio en una escalofriante entrada a Henry en la que
pudo haberle retorcido la rodilla.
Sólo la entrada de Robinho en lugar de Kaká despertó
algo al equipo y a los seguidores brasileños. Pero al
joven jugador del Real Madrid sólo le quedaban once minutos
para hacer milagros. Y no pudo hacerlos.
Síntesis del partido:
Brasil: Dida - Cafú (76' Cicinho), Lucio, Juan, Roberto
Carlos - Kaká (79' Robinho), Gilberto Silva, Juninho
(63' Adriano), Zé Roberto - Ronaldinho, Ronaldo.
Francia: Barthez - Sagnol, Thuram, Gallas, Abidal - Vieira,
Makelele - Ribéry (77' Govou), Zidane, Malouda (81' Wiltord)
- Henry (86' Saha) ^ Arbitro: Medina Cantalejo (España).
Espectadores: 48.000.
Gol: 0-1 Henry (57').
Tarjetas amarillas: Cafú, Juan, Ronaldo, Lucio / Sagnol,
Saha, Thuram.