Buenos Aires.- Banderas y camisetas celestes
y blancas invadieron hoy Argentina de la mano de miles de
hinchas eufóricos que festejan el pase a los cuartos
de final del Mundial de Alemania 2006, tras el triunfo de
la selección frente a México.
"Volveremos, volveremos...volveremos otra vez, volveremos
a ser campeones como en el 86", cantaban a coro miles de hinchas
argentinos reunidos en el Obelisco, en pleno centro de Buenos
Aires.
Los insistentes bocinazos se hacían escuchar en los
alrededores del icono porteño, ubicado en la Plaza de
la República, adonde los fanáticos comenzaron a
acercarse minutos antes del final del peleado encuentro de
octavos de final en el que Argentina derrotó 2-1 a México.
Las calles y avenidas aledañas al Obelisco debieron
ser cortadas, mientras que el metro se encontraba abarrotado
de personas con la intención de sumarse a las celebraciones
en la céntrica Plaza de la República.
Las caras pintadas con los colores patrios, las clásicas
camisetas, banderas y los excéntricos gorros parecían
un condimento que no podía faltar para el festejo.
"El partido fue espectacular. Sufrimos mucho, pero valió
la pena y ahora tenemos muchas posibilidades de ser campeones",
resaltó a la televisión local Alejandro, uno de
los hinchas que se acercó al Obelisco a celebrar.
Los festejos no sólo se repitieron en numerosos puntos
de Buenos Aires, sino también en otras provincias del
país suramericano, cuyas principales plazas se vieron
colmadas de personas satisfechas con el resultado alcanzado
en Leipzig.
La llegada de los fanáticos a la Plaza de la República
se concretó en sólo unos minutos ya que durante
el choque, las calles de Buenos Aires se vieron desoladas.
Mientras algunos comercios y empresas cerraron sus puertas
durante las dos horas y media que duró el encuentro,
otros optaron por suspender sus tareas por ese lapso para
reunirse frente al televisor.
Sólo los bares y restaurantes con grandes pantallas
se veían repletos de hinchas locales entusiasmados con
la idea de ver a la selección entrenada por José
Pekerman.