Duisburgo, Alemania.- Italia festejó
su cuarto título mundial con abundante espumante, no
champaña francés.
Los Azzurri regresaron a su centro de entrenamiento a las
4 de la madrugada del lunes y salieron al balcón a saludar
a unos 5.000 aficionados congregados frente al hotel.
Con sus familiares o novias, los jugadores se sentaron a
disfrutar de una comida dispuesta por el hotelero e inmigrante
italiano Antonio Pelle, con 350 botellas de espumante.
Cuando el equipo finalmente se fue a dormir, el capitán
Fabio Cannavaro pudo llevarse la copa a la cama para cumplir
una promesa hecha a su hijo Christian.
"Dormimos juntos, él, yo y la copa", dijo Cannavaro,
quien alzó el trofeo en el Estadio Olímpico de Berlín
después de derrotar a Francia en definición por
penales el domingo.
Cannavaro no parecía molesto por haber resultado segundo
en la elección del mejor jugador del torneo. El premio
del Balón de Oro fue para el mediocampista francés
Zinedine Zidane.
"Yo tengo mi premio, es ése", dijo Cannavaro, señalando
la Copa del Mundo en la mesa frente a él. "Estoy sumamente
complacido con lo que tengo".
El director técnico Marcello Lippi también tiene
su lote de trofeos.
Es el primer técnico que gana tanto el Mundial como
la Copa Intercontinental: ésta con la Juventus en 1996.
"La sensación y la felicidad de ganar la Copa del Mundo
con la selección nacional no se parece a nada", dijo
Lippi el lunes. "Es algo especial".
Lippi dijo que no quería que se recordara el título
asociado con el mayor escándalo de corrupción en
la historia del fútbol italiano.
"Hay que valorarlo porque hace que el mundo comprenda la
calidad de los jugadores italianos y que formaron un grupo
extraordinario", dijo Lippi.
El equipo partía de Duesseldorf el lunes por la tarde
hacia un aeropuerto militar en las afueras de Roma. Se preveía
un festejo en el Circus Maximus, donde en la antigüedad
se realizaban carreras de carros romanos.