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CARACAS, martes 13 de junio, 2006 | Actualizado hace
 
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| Fiesta germana
Los tambores sonaron para Italia

El Centro Italiano Venezolano, en Prados del Este, se convirtió en epicentro de las emociones, con el triunfo de la azurra. Grandes y chicos festejaron con música y bailes.

El despliegue de movimientos no se hizo esperar. Al ritmo de tambores, los tifosi celebraron en el Centro Italiano Venezolano (Foto Nicola Rocco)
JOSE RUBICCO HUERTAS3 |  DIARIO
martes 13 de junio de 2006  12:00 AM

JOSE RUBICCO HUERTAS

EL UNIVERSAL

Al coro de "Forza Italia" y al son de tambores, se preparaba la fiesta. En la entrada, un autobús de una firma de ropa deportiva, decorado con motivos alusivos al balompié, se mostraba como un novedoso aperitivo. Ya en medio de la casa club del Centro Italiano Venezolano, ubicado en Prados del Este, un mar de camisetas azules inundaba los espacios. Mientras, en la antesala, una exposición denominada "Museo del Calcio", recordaba cada participación del equipo en los mundiales anteriores. Porque si hay algo de lo que se sienten orgullosos los italianos es de su selección. El sitio de reunión preferido, el salón principal, estaba dispuesto con pantalla gigante y todo. Una especie de estadio en miniatura donde uno 500 tifosi estaban expectantes por el debut ante Ghana. Casi todas y todos tenían un motivo del equipo en sus cuerpos, en sus indumentarias. Desde los más grandes hasta los más chicos exhibían los colores de la bandera italiana en las mejillas. Utilizaban también extravagantes sombreros, además de las consabidas camisetas y gorras. Incluso, una adolescente puso de manifiesto su coquetería al llevar cintas en su cabello con los colores verde, blanco y rojo. Llegó el pitido inicial y allí los detalles se confundieron, dando rienda suelta a las emociones, unas emociones que por momentos se convirtieron en nervios, porque tardaba en llegar el gol. Cada vez que se fallaba un ataque las expresiones de lamento y hasta de rabia no se hacían esperar, pero lejos de desilusionarse se entusiasmaron más, coreando al unísono "Italia, Italia, Italia", como pretendiendo que los jugadores les escucharan desde un lugar tan recóndito. También hubo algo de miedo por algunas de las incursiones de los africanos, pero todo se disipó cuando vino el gol, el gol de Andrea Pirlo que desató las pasiones, el frenesí. Un frenesí y una alegría que no se vieron cortados ni siquiera durante el descanso del medio tiempo, que continuó en la segunda mitad y que tuvo su momento culminante con la segunda diana, la del 2-0. El fin del partido dio paso a otra fiesta, ya no la de los goles, sino la de los tambores. Los jóvenes tomaron el protagonismo a la salida y bailaron sin parar, mientras que otros organizaban una caravana hasta Las Mercedes. En el Italo gozaron de lo lindo. Había ganado su equipo. Esta vez el tambor no sonó en tierras africanas. El tambor dejó escuchar sus notas impregnadas de color azzurri.

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