Weggis. Veintiún goles en dos partidos. Ese es el impresionante bagaje de Brasil en su camino hacia el Mundial. Es verdad: en ambos encuentros lidió con adversarios muy frágiles, pero de todas maneras es de resaltar la cantidad de variantes ofensivas que han mostrado los campeones, tanto en el 13-1, que lograron frente a un equipo juvenil del club carioca Fluminense, como en 8-0 ante el Lucerna suizo. Bien con el equipo de titulares bien con el de suplentes, la selección brasileña mostró una contundencia en el ataque digna de la tradición verdeamarela. Además, la variedad de opciones mostrada por el equipo, apoyada en las piezas que Parreira tiene a disposición, torna al equipo un verdadero enigma: todos saben cómo juega su "cuadrado mágico" pero nadie sabe pararlo. Ante el Lucerna, el equipo sumó una pieza al rompecabezas para permitir la llegada con más hombres al ataque, al retroceder a Emerson al centro de la zaga, y con ello Cafú y Roberto Carlos podían avanzar más tranquilos. Pero también el partido ante Lucerna dejó al descubierto los aspectos que el equipo aún debe trabajar. El primero de ellos es la falta de jugadas ensayadas. No se trata de que jugadores con la creatividad de Kaká o Ronaldinho precisen ensayar jugadas, pero en los tiros libres es evidente que no existen alternativas previstas, pues un jugador que podría servir para este tipo de jugadas, Juninho Pernambucano, no tiene puesto fijo en la titular. Parreira también reconoció que el ataque debe llegar con más gente, un aspecto que seguramente mejorará a medida que los jugadores se pongan en forma.