Alemania y Portugal disputarán hoy el partido por el bronce, poca recompensa para un seleccionado germano que ya se creía campeón del mundo y que ahora verá la gran final como un espectador más.
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(Foto EFE)
JAVIER BRASSESCO
EL UNIVERSAL
Está bien: Alemania llegó más lejos de lo
que sus propios fanáticos esperaban, pero el sabor
agridulce que deja disputar un partido por el tercer lugar
no se lo quita nadie.
Desde el mismo momento en que vencieron a Suecia en octavos
de final con un bestial despliegue de poder, los hinchas
alemanes dejaron de lado su escepticismo y comenzaron
a creer. Y si antes del Mundial sólo uno de cada
diez alemanes creía en la victoria final, después
de haber superado el escollo argentino la proporción
creció hasta lo inimaginable: tres de cada cuatro,
nada menos. Por eso es duro que el destino (¿o fue
Italia?) les haya parado el trote y les haya condenado
a disputar un partido que las grandes selecciones nunca
quieren jugar, un premio de consolación para dos
perdedores, un encuentro en donde dos calvos se pelean
por un peine: al fin y al cabo, quedar de terceros o de
cuartos no hace gran diferencia. ¿Quien fue tercero
en el Mundial pasado? ¿Turquía o Corea? ¿Y
en 1998? ¿Alguien se acuerda? ¿A alguien le
importa?
Lo futbolísticamente correcto, sin embargo, es
declarar, de cara a la galería, que se trata de
un partido importante. Así lo hizo Klinsmann, claro
está, y también los jugadores germanos le
hacen eco, como si se lo creyeran a fuerza de repetirlo.
Hasta el portero Jens Lehmann, que cederá su puesto
para que Oliver Kahn por fin juegue al menos algunos
minutos, recordó que en los Juegos Olímpicos
es importante ganar la medalla de bronce. Pero no, no
es el tercer lugar consuelo alguno para una selección
que a falta de dos juegos ya se hacía ganadora
de su cuarto Mundial.
Quizá para Portugal sí pueda tener algún
sentido, después de todo los portugueses siguen
siendo una selección chica que ni siquiera como
cabeza de serie partió. Pero hasta ese supuesto
interés por el tercer lugar puede ponerse en
duda, al fin y al cabo, ya una vez ocuparon ese puesto
en Inglaterra 1966.
Para el encuentro, los locales no contarán
con los lesionados Michael Ballack y Arne Friedrich
ni el central Per Mertesacker, quien debe ser operado
del pie en los próximos días. Portugal
no contará con el suspendido Carvalho ni con
el lesionado Miguel.
Los mermados equipos buscarán al menos terminar
su camino con una victoria y no con una derrota.
Para el estado anímico de los jugadores eso
puede ser importante. Algo es algo.
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