Alex Saldaña
Esto sí es el Mundial. ¡Qué partidazo! El duelo
entre Alemania e Italia merece un lugar privilegiado en la
historia de los mundiales. Emoción, buen juego, deportividad
y al final goles. Y qué goles. Tardaron en llegar, pero
llegaron para poner la guinda a un espectáculo en el
que no podía faltar el gran protagonista del fútbol:
el gol. Y, además, fueron goles que hicieron justicia,
algo que no se ve todos los días.
Italia fue mejor, atacó mejor, defendió mejor e
incluso fue más ambiciosa que Alemania.
Muy pocos podían esperar que los azzurri saltaran
al terreno de juego como lo hicieron. Italia se olvidó
de su historia como ya hiciera contra Ucrania y salió
a llevarse el partido. Quizá Lippi haya comprendido
que es mucho más fácil ganar si no sales a perder.
Italia pidió el balón, lo tuvo, lo trató
bien e intentó llegar con criterio hasta el gol.
Y demostró Italia que cuando se pone a jugar también
sabe hacerlo. Alemania fue en muchos compases del encuentro
un juguete roto en sus manos, un equipo sin más
fuerza que la que le llegaba de las gradas, con un capitán,
Michael Ballack, que terminó el partido sólo
porque el árbitro quiso.
Pero ayer Italia ni siquiera estaba para discutir
con el árbitro. No lo hizo ni cuando el mexicano
se inventó una falta de Cannavaro al borde del
área, una falta que no era tal y que, quizá
por vergüenza, sacó fuera del área
cuando, de haber existido la infracción, hubiese
sido penalti, pues era dentro del área.
No fue ese el único error del colegiado, un
tanto casero, quizá influido por el ambiente.
Tampoco se lo tuvo muy en cuenta Italia.
En la segunda mitad todo cambió. La falta
de piernas de Totti, que quizá acusó
en exceso la inactividad de una temporada marcada
por las lesiones, y el agotamiento de Camoranesi
dieron un respiro a los germanos. Pero, ¿quién
mejor para defenderse que los italianos? Pues
eso, Gatusso y especialmente Cannavaro, dieron
todo un recital defensivo que acabó por sacar
de quicio a los delanteros alemanes, que no encontraban
cómo entrar.
Y llegó la prórroga. Y sucedió
algo inédito: Italia tenía sobre la
cancha a tres delanteros. Espero que alguien
haya tomado la foto para la posteridad. Sí,
querían el partido.
Quisiera destacar que la mejora del juego
y, sobre todo, de la actitud de Italia se
ha producido en los dos últimos partidos,
justo después del desgraciado suceso
que mantiene a Pessotto tendido en una cama
de hospital. Imagino que el deseo de brindar
a Pessotto un triunfo es algo que mueve montañas.
Por lo menos ha hecho que Italia se olvide
del "catenaccio", que crea en sus propias
posibilidades y que se cuele en una final
que conocer hoy a su otro protagonista. A
Italia, hoy sí, felicidades.
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