MARIA JOSE REY PALERMO

EL UNIVERSAL

¿Cómo cambian los ánimos cuando la confianza disminuye? Había que verle la cara a los alemanes cuando comenzó el choque ante Argentina y estaba 0-0. Relajados, tranquilos, confiados, metódicos, como siempre. En vez de un partido de fútbol parecía que estuvieran viendo tenis. Pero cuando los argentinos _por intermedio de Roberto Ayala_ les recordaron que seguro en esta vida sólo es la muerte, al meter el primer gol, todo cambió. Una especie de espíritu latinoamericano invadió sus cuerpos, y la frialdad no apareció más. En principio sólo eran caras de asombro y uñas trituradas por los dientes, ante la desesperación de creerse fuera del Mundial, pero cuando Miroslav Klose los devolvió a la competencia con el tanto del empate, dejaron atrás su lengua alemana para comenzar la sátira imitando el acento argentino. Después del 1-1 el salón del Centro Cultural Humboldt de Caracas, ubicado en San Bernardino, no volvió a ser el mismo. Los gritos alemanes amenazaban con dejar sordo a cualquiera, y hasta un robo de balón en la mediacancha era motivo para que las palmas sonaran sin parar. La paridad no se rompió y antes de ir a los penales todos estaban felices, a pesar de que Alemania todavía no ganaba. Algunos sufrieron en la tanda de penales, pero la mayoría volvió a la confianza inicial, quizás amparados en la estadística de que su selección no pierde partidos definidos desde los doce pasos. Y así fue. El triunfo puso a todos a saltar la emoción, ya no volvió a perderse jamás.