Berlín.- La selección argentina estuvo ayer a diez minutos de meterse en las semifinales de un Mundial, tras 16 años de abstinencia: el dolor de "no haber sido", de que el fuego de Prometeo se extinguiera justo cuando estaba al alcance de la mano, se plasmó en las lágrimas de Esteban Cambiasso y Juan Pablo Sorín. La zona mixta, el "corralito" por donde los jugadores se dejan entrevistar por la prensa tras cada partido, fue un lugar de paso rápido para los argentinos tras su derrota en la tanda de penales ante la anfitriona Alemania. "Esto duele mucho", soltó Cambiasso mientras lloraba sin inhibiciones y caminaba sin paradas hasta el autobús de la delegación. La caída caló hondo en el plantel dirigido por José Pekerman, que estuvo en ventaja durante treinta minutos en el segundo tiempo del partido disputado en Berlín. El capitán Sorín fue uno de los que se mostraron más afectados por el sueño roto. "Nos quedamos vacíos", dijo, y ante la pregunta de qué mensaje quería dejarle en esos momentos al pueblo argentino, rompió en lágrimas: "Que queríamos llegar al final del torneo y dejamos la vida para ello". En ese corredor de penas, Hernán Crespo lucía golpeado pero guardaba la compostura, y Leonardo Franco, quien ingresó ante la lesión del portero Roberto Abbondanzieri, se mostró triste, pero sereno. En cambio, Ayala, quien estuvo a diez minutos de convertirse en héroe por su gol pero terminó viviendo el drama personal de haber errado el segundo penal de su equipo en la tanda, no descartó que el de ayer haya sido su último partido con la casaca albiceleste que vistió en 105 ocasiones. "Hoy no lo sé, es un dolor muy grande, va a ser muy difícil de superar, llevará un tiempo. Te quedás vacío nuevamente, con mucha bronca por dentro, es un sentimiento muy fuerte que nunca lo vas a entender", dijo Ayala.