Alex Saldaña
Todos esperábamos que fuese el faro encargado de guiar
a Brasil hacia su sexta Copa del Mundo en tierras germanas.
Su temporada en el Barcelona había rayado la perfección:
17 goles, once magistrales asistencias, pases de ensueño,
quiebros inimaginables y casi imposibles... Y todo eso aderezado
con el título de la Liga española, la Champions
League, el Balón de Oro y el FIFA World Player.
Sobraban garantías como para no pensar que Ronaldinho
liderase a la canarinha.
Pero han pasado cuatro partidos y el "10" está ausente.
Escondido. Su magia se ha quedado en un segundo plano, superada
por la de Kaká.
El, siempre fiel a sí mismo _al menos ante las cámaras_
sigue mostrando su sonrisa abierta como señal de
identidad. Pero esa sonrisa, que tanto le caracteriza
y que ha llevado a sus detractores a afirmar que es perenne
porque no puede cerrar la boca, se ha desdibujado en los
campos de fútbol alemanes, quizá contagiado
por la seriedad que manda en estos lares.
Y el martes, ante Ghana, rozó el infierno.
Desconocido, impotente, molesto consigo mismo, se
le vio discutir con Kaká, su compañero en
la base del "cuadrado mágico".
Sus pases no encontraban un destino, y tampoco
sus golpes francos inquietaron a los africanos.
Sólo hace falta un dato para certificar
el bache: en los 340 minutos que ha estado sobre
el césped (de 360 posibles), sólo ha
dado una asistencia de gol. Nada más.
Nadie se explica la depresión de juego
que padece el "Gaucho". Pero, como suele ocurrir
con todo lo que rodea a Brasil, recordemos los
kilos de Ronaldo, las especulaciones se han
disparado.
Unos apuntan a que está "muerto", cansado
después de soportar casi 60 partidos
y múltiples campañas publicitarias.
Su imagen está por todos los lados.
Otros, en cambio, achacan su bache argumentando
que Parreira le coloca en una posición
que no es la suya y en la que, además,
no goza de la libertad que tiene en el Barcelona.
Pero también hay un sector que apunta
a que el astro brasileño se ha visto
eclipsado por la pléyade de estrellas
que le rodean.
Incluso algunos van más allá.
Dicen que sufre "mal de amores" _le han
colocado una novia, una tal Alexandra
Paressant, francesa, que tendrá,
a buen seguro, el corazón partido
por el choque de mañana_. Nadie confirma
ni desmiente nada.
Lo único cierto es que Ronaldinho
se ha paseado por los campos germanos
como un alma en pena.
Pero, como suele ser habitual en
él, resurgirá como el ave
fénix cuando su equipo le precise.
Es lo que tienen los futbolistas que
han sido "tocados" con una varita:
aparecen cuando más se les necesita.
Y más si se tiene en cuenta
que el "Gaucho" está a un paso
de la leyenda.
De ganar el Mundial en Alemania
se convertirá en el único
jugador que ha logrado la Liga,
la Champions, el Balón de
Oro y la Copa del Mundo en la
misma campaña. Será
único. Aunque para ello y
sobre todo para tumbar a la Francia
de otro mago, Zinedine Zidane,
debe recuperar el juego que le
ha hecho tan grande. Mañana
es el día.
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