Lázaro Candal
No hay duda que el juego de mañana entre Alemania y
Argentina será una final anticipada, no solamente por
lo bien que se presentan los dos seleccionados en este décimo
octavo Mundial, sino porque, además, es grande la rivalidad
entre argentinos y germanos.
Ambos equipos han tenido una formidable campaña en este
torneo al concluir como líderes invictos en sus grupos.
Si acudimos a la historia observamos que en 1958, en Suecia,
Alemania aplastó a Argentina 3-1 fácilmente. Luego
en 1966, en Inglaterra, terminaron igualados a cero, ya
con un seleccionado argentino más serio, incluso los
ingleses tuvieron que apelar al juez para eliminarlos. En
1974, en Alemania, curiosamente los suramericanos se midieron
con la República Democrática Alemana y el encuentro
terminó con empate a un gol.
Cuando realmente se alzó el telón fue en las
ediciones de 1986 y 1990. El primero en México, en
pleno delirio maradoniano. Argentina se impuso a Alemania
por tres goles a dos en un partido apasionante. Luego
de ir ganando por dos a cero, los alemanes igualaron la
contienda en una extraordinaria reacción, conducida
por Rumenigge, hasta que Burruchaga logró el tres
a dos final. Emoción, fútbol, goles y Maradona.
Argentina ganaba así su segundo Mundial.
En Italia 90, cuatro años después, se volvieron
a medir en la final germanos y argentinos. Ganó
Alemania por uno a cero, gracias a una pena máxima,
que no lo fue. El partido fue flojo en cuanto a calidad,
más emoción que fútbol, con un Maradona
cojo. Tenía rota la uña del dedo gordo del
pie izquierdo y eso se notó no sólo en su
juego, sino en el propio desempeño del conjunto
suramericano. Fue el Mundial de las lágrimas de
Maradona que dieron la vuelta al mundo, cuando los alemanes
recibían el trofeo de campeones.
Pues bien, ahora se vuelven a enfrentar. A lo grande.
Al mejor nivel. Al nivel de los grandes campeones.
No va ser la final del torneo. Aún estamos en
los cuartos de final. Pero, desde luego, y lo pueden
firmar, es la gran final anticipada, porque entre
los otros seis, cuartos finalistas, tal como lo estamos
señalando, por el ayer y por el hoy, ninguna
otra pareja de cuartos finalistas podría oponer
tan hermosas y apasionantes circunstancias de rivalidad.
A la hora de emitir juicio acerca de quien será
el ganador, creemos que cualquiera de los dos es
justo favorito. Porque los dos son grandes, no sólo
por la historia sino porque lo están demostrando
ahora. Se puede considerar que Alemania por ser
local puede tener a su favor el mismo trato de respaldo
que ya tuvo hace treinta y dos años, cuando
el país era la mitad que ahora, el día
que le ganaron a Holanda.
De lo que sí estamos seguros es de que en
este choque el gran ganador será el fútbol.
Sobre todo porque, por la calidad de los contendientes,
será más importante el genio de los
jugadores, su talento, que las tácticas,
estrategias, de las que tanto les gusta presumir
a los entrenadores mentirosos. En este juego se
impondrá la forma del jugador que es el estado
permanente de la perfección, de la clase.
Y, como dijo ese extraordinario técnico francés
llamado, Guy Roux: "En el fútbol creo más
en el hombre que en el futbolista". Y ganará
el hombre más que la táctica.
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