El arbitraje lamentablemente no ha superado las sospechas
iniciales de mal desempeño antes de que comenzara la Copa
del Mundo, y para mayor desgracia de la FIFA ha sido centro
de la controversia con decisiones polémicas. Tarjetas injustas,
criterios extremadamente rígidos o despistes han sido su
huella.
En un Mundial cuyo lema reza "es hora de hacer amigos, dile
no al racismo" se vivió un episodio lamentable, el primero
de Alemania 2006, antes del choque entre España y Francia.
Según denuncias del técnico galo Raymond Domenech
un grupo de aficionados esperó la llegada del autobús
de la selección y comenzaron a emitir sonidos que imitan
a los monos cuando bajaban los jugadores negros del conjunto
francés.
La eliminación de España también fue algo
para lamentar. La "Furia Roja" jugó un buen Mundial, planteó
bien sus partidos y dio grandes demostraciones de fútbol
como la victoria 3-0 sobre Ucrania en la ronda de grupos. Ante
Francia solo se desdibujó en el segundo tiempo, pagó
el precio de su juventud. Pero puede sentirse satisfecha por
el nivel demostrado, aunque eso a veces no sea suficiente.
La violencia desatada por los jugadores en el partido entre
Portugal y Holanda ha sido una mancha irremediable de estos
octavos de final. La cantidad de tarjetas mostradas por el árbitro
ruso Valentin Ivanov dejó marca en los registros nuevos
con 16 amarillas y cuatro rojas. Los holandeses perdieron la
noción del fair play, mientras que los portugueses se mostraron
camorreros e infantiles.
Luego de los octavos de final no quedan rastros de ninguna
selección de las confederaciones asiática, africana
ni oceánica. Por ahora siguen mostrando que son candidatas
a revelaciones, pero cuando el campeonato aprieta les falta
experiencia.
La selección de Inglaterra todavía no ha mostrado
su mejor cara, el técnico Sven-Goran Ericksson tiene una
cuenta pendiente con el sistema táctico, por suerte tiene
tiempo para reivindicarse.
La lesión del delantero inglés Michael Owen no
sólo ha sido triste para Inglaterra, nos recuerda a los
hinchas el peligro que corren quienes todavía siguen en
juego.
El partido entre Ucrania y Suiza dejó un mal sabor
por la monotonía y la falta de espíritu goleador.
Para los aficionados fue como regresar a la fase de grupos donde
siempre hay choques poco atractivos y que carecen de interés.
Para los ucranianos, quienes pasaron a cuartos, les deja un
mal precedente.