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(Foto Nicola Rocco)
Por mucho, pero que por mucho tiempo, a ellos no se les olvidará
el martes 27.
Y es que en términos de computadoras, el desenlace fatal
que tuvo el partido de ayer no se encontraba almacenado en
el "disco duro" de los seguidores de la selección española
en la Hermandad Gallega, en Caracas, para ver el choque contra
Francia.
Los españoles y sus hijos se repartieron por todo
el club. Por la terraza, por el restaurante Opazo, por los
salones, por la discoteca El Hueco y por las canchas de
futbolito, habilitadas con sillas frente a una pantalla
enorme.
La tarde prometía y el color rojo mandaba. No tardó
en llegar el gol y con ello el júbilo colectivo en
la Hermandad. Sabían que España tenía un
pie en cuartos de final. Así, pidieron más,
pero lo que llegó fue el empate. Inesperado para
todos. Así es el fútbol.
A pesar de ello, no perdieron la alegría, porque
confiaban en la reacción. Sin embargo, la confianza
poco a poco se desvaneció, dio paso a los nervios
y luego la debacle: el 2-1 francés.
Silencio sepulcral. Nadie lo podía creer y ya
lágrimas corrían por algunos rostros.
"Hay tiempo todavía, quedan unos minutos",
se oyó a una ahogada voz desde el fondo, pero
nada, vino la puntilla, el 3-1 de Zidane.
"Maldito Zidane" se escuchó por ahí
y con ello el adiós a otro sueño mundialista.
Al final, una joven, mirando al horizonte,
en medio de la soledad, resignada, dijo: "A
esperar cuatro años más". _JRH
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