España sucumbió ante el trabajo colectivo de los galos, y quedó eliminada por un rival experimentado
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(Foto AP)
MARIA JOSE REY PALERMO
EL UNIVERSAL
Francia impuso el peso de sus jugadores experimentados,
esos mismos de los que algunos españoles (no la selección)
se burlaban mandándolos al retiro, para vencer a la "Furia
Roja" por 3-1 y ganarse el boleto a cuartos de final en el
Mundial de Alemania 2006.
La selección española que puso todo lo que tenía
para ganar el partido, ahora recibirá la ingratitud
de los burlones que no dejan de repetir que España
jugó como nunca y se regresa a casa como siempre. Lo
lamentable para los muchachos dirigidos por Luis Aragonés
_y los no tanto como Raúl_ es que no deja de ser verdad,
y otra vez, a pesar de despertar la ilusión de que
¡ahora sí es el momento!, volvieron a quedarse en octavos
de final, un escalón menos que lo logrado en Corea-Japón
2002, pero aquella vez el culpable de los males fue el árbitro.
España tomó el mando del partido en la primera
parte, arriesgó, subió e intentó descomponer
el mediocampo francés, en fin lo hizo todo, incluso
jugar al fuera de juego, que puso a Henry verde de la
rabia contra el juez de línea, pero justamente por
ahí vendría la debacle. Henry, no. Por el fuera
de juego.
Pero antes, España subiría a las nubes para
luego bajar de golpe y porrazo. Rozando la media hora
de partido Pablo controla en el área un balón
de espaldas al arco y el defensa galo, Thuram, le comete
una falta infantil para que el árbitro decrete
el penal.
Se vino David Villa, que cobró magistralmente
y ascendió a la "Furia Roja" al más sublime
de los sueños. La clasificación a cuartos.
Pero la novela rosa duraría poco porque Henry,
en su lucha con el fuera de juego, despistó
a la zaga española que no advirtió la
entrada de Ribery que embalado se mofó de Casillas
y mandó la pelota al fondo para dejar el empate
11 antes del descanso, y el Ave María en la
boca de los aficionados.
España volvió a prepararse para asumir
el segundo tiempo y trajo del banco a Joaquín
y Luis Gracía para ponerle velocidad al partido,
pero nunca se halló. Buscaba engranar de
nuevo, pero llevaba más susto que otra cosa
con las llegadas peligrosas de Francia.
Una falta de Puyol (que será la comidilla
de los españoles por los próximos
cuatro años) a poco metros de la media
luna dejó servida la escena para que Zidane
cobrara un tiro libre que terminó en la
cabeza de Vieira para rematar al segundo palo
y sentenciar la ansiedad del espíritu rival.
La selección española sabía
muy bien lo que ese golpe significaba, a fin
de cuentas tienen experiencia en eliminaciones,
y aunque trataban de guapear la careta se
cayó al piso cuando Zidane recibió
un pase de un balón perdido en la mediacancha
y con su magia y experiencia encaró a
Puyol, le robó la cartera, y fulminó
a Casillas. 3-1 decía el marcador cuando
el telón bajó para fijar el final.
A Francia ahora le viene Brasil y a España
otro Mundial.
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