CARACAS, lunes 26 de junio, 2006 | Actualizado hace
La actuación de la selección germana ha generado un gran patriotismo, poco visto en ese país.
La gente común, la afición en los estadios, los políticos y hasta el premio Nobel de Literatura Günter Grass parecen haber caído en un delirio colectivo generado por los éxitos del equipo en el Mundial y por el sello que le ha impuesto el seleccionador Jürgen Klinsmann.
El equipo se ha impuesto no sólo tener éxito, sino jugar un fútbol atractivo, a un ritmo de locura.