En sólo doce minutos los germanos decidieron el partido con un juego brillante que quebró la resistencia sueca
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JAVIER BRASSESCO
EL UNIVERSAL
Dos goles, dos palos, veintinueve disparos, un partido resuelto
en doce minutos... todo eso lo hizo Alemania. Provocó
que una de las selecciones más duras del mundo luciera
como un equipito destripado ante una aplanadora incontenible.
Porque Suecia pareció cualquier cosa menos Suecia.
El conjunto de Ibrahimovic y Larsson dejó sabor a debutante,
con todo y que estaba disputando su undécimo Mundial.
El problema es que Lagerback quiso jugar sin complejos,
de igual a igual, sin tomar en cuenta un detalle: Suecia
no es igual a Alemania. Los nórdicos abrieron sus líneas,
intentaron jugar en contra de su historia y su estilo y
el resultado es que encajaron dos goles en doce minutos.
En descargo de los suecos hay que decir que nadie, ni
siquiera Klinsmann, se imaginó un arranque tan espectacular,
un ataque inicial tan contundente: Podolski (quien marcó
los dos tantos) y Klose arrancaron a una velocidad inusual,
desmarcándose constantemente, tocando, renegando
también ellos del pasado reciente del fútbol
alemán, lleno de jugadores toscos, con fuerza y poco
más.
Pero hay algo que los alemanes rescataron de ese pasado
poco vistoso (aunque ganador): los tiros desde fuera
del área. Fue así que Schneider y Ballack
estrellaron potentes disparos en el palo, y Frings estuvo
a punto de repetir el golazo que marcó a Costa
Rica desde los cuarenta metros. También Schweinsteiger
lo intentaba. Parecía un bombardeo, y hoy a Isaksson
le deben doler las muñecas de tanto balón
que sacó. Parecía una práctica: el portero
sueco contra diez alemanes.
En el minuto 34 pasó algo que terminó de
romper las esperanzas de una remontada sueca: con
excesiva severidad, el árbitro le sacó la
segunda amarilla a Lucic por un pequeño agarrón.
Los escandinavos se encontraron de pronto con diez
hombres, jugando de visitantes, dos goles abajo y
ante una selección que estaba más inspirada
que nunca.
Sin embargo lo intentaron. Ibrahimovic apareció
por fin y al comenzar el segundo tiempo el árbitro
brasileño decretó un penalti a favor de
Suecia por un leve empujón a Larsson, quien
fue el encargado de cobrarlo. Las cámaras enfocaron
su rostro y el mundo vio a un jugador que creía
menos que nadie en las posibilidades de su equipo.
Mandó el penalty a las nubes.
Alemania siguió intentándolo ya sin
muchas prisas, acordándose al fin de que
en cinco días debe jugar otro partido. Suecia
estaba desordenada, sin bandas, sin control del
balón, a merced de unos rivales que sólo
querían que pasara el tiempo... y que seguían
atacando. En el minuto 72 Lagerback sacó
a Ibrahimovic para dar entrada a Allback, delantero
de 33 años que juega en Dinamarca. Hasta
el técnico daba el encuentro por perdido.
Alemania dejó una buena impresión
en su debut mundialista, pero estaba claro que
tenía que ajustar algunas piezas. En los
últimos dos partidos toda la maquinaria
germana parece perfectamente engranada. Klinsmann
pasó de villano a héroe. Y la afición
germana vuelve a creer.
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