Alex Saldaña
Este puede ser el Mundial de Fernando Torres, el Niño.
Siempre se le han visto buenas maneras y se ha esperado su
eclosión, que, sin embargo, nunca ha llegado de forma
categórica. Quizá tenga mucho que ver en ello que
juega en el Atlético de Madrid, un club con una capacidad
increíble para convertir todo lo que toca en dejémoslo
en mediocre.
Y ser el buque insignia de un equipo así debe ser
muy duro.
Pero en Alemania juega con otros compañeros, con
otra camiseta. Y, a diferencia de lo que sucede con los
colchoneros, nadie ve en él a la estrella salvadora.
El se levanta cada día con la ilusión de
mostrar sus virtudes en la alta competición. Pero
cada mañana despierta del sueño cuando llega
al Cerro del Espino.
Juega en el Atlético desde hace seis años
y aún no sabe lo que es disputar la UEFA o la
Liga de Campeones. Se ha conformado con una eliminatoria
de la Intertoto, una criba fruto del marketing que
nadie valora. Su único escaparate ha sido la
Liga de las Estrellas y la selección.
En el Atlético se ha visto a un 9 goleador
(más de 70 aciertos), con unas condiciones
físicas envidiables y un perfil futbolístico
mejorable en algunos demasiados, incluso-conceptos,
como la conducción y el golpeo al balón
fue precisamente un mal golpeo del balón el
que llevó al árbitro del España-Ucrania
pitar un penalti que nunca existió.
Su rendimiento en la parcela doméstica ha
sido aceptado y reconocido por la crítica
y por los grandes clubes, que lo vigilan estrechamente
y que ha visto las excelentes cualidades del jugador.
Pero no lo habían visto en un corral plagado
de gallos porque su equipo ha malgastado temporada
tras temporada sin lograr un billete para jugar
en Europa, escondido en el anonimato de mitad
de tabla. Le llegó su primera oportunidad
internacional importante con la selección.
Fue de la mano de Iñaki Sáez en la
Eurocopa de Portugal. Tenía 20 años
y el Niño naufragó arrastrado por
la corriente negativa del equipo. Fue titular
ante Portugal y suplente frente a Rusia y Grecia.
No marcó.
Reconoce Fernando que su mejor promotor ha
sido el equipo nacional.
Torres ha madurado mucho. Se ha tomado
este mundial como un ejercicio de plena
responsabilidad.
Su exhibición en los entrenamientos
y en los partidos no es fruto de la casualidad.
Es uno de los jugadores de moda en esta
Copa del Mundo. Lleva tres goles y hoy
su nombre, subrayado en rojo, ocupa las
primeras páginas de las agendas de
los grandes clubes, como Real Madrid,
Milan, Manchester United o Chelsea.
El siempre ha aireado su fidelidad
en público a los colores del Atlético.
Pero también se da cuenta de que
pasan las temporadas. Y no sería
extraño que aceptase alguna de
las ofertas que tiene. La que más
pesa es la del Manchester, pero todavía
no ha dado ningún paso para marcharse
o para quedarse.
De momento, sólo vive para el
Mundial. Ni siquiera le sentó
mal empezar en el banquillo ayer,
aspirando, como aspira, a ser el máximo
goleador de una cita en la que, si
todo sigue como hasta ahora y Zidane
no despierta, puede ver a España
llegando muy lejos.
El Niño está creciendo.
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