ANA Y. TERAN LARA

EL UNIVERSAL

Sin lugar a dudas hablar de la Copa del Mundo es sinónimo de pasión, de alegría, de tensión y nerviosismo pero sobre todo de mucha celebración. Y es que definitivamente a la hora de cantar un gol o festejar la victoria de un equipo, los aficionados que colman las gradas de los diferentes estadios de Alemania prefieren hacerlo de la manera más divertida y agradable de todas: a través de un beso. Novios, esposos, hermanos, primos y hasta los desconocidos aprovechan el entusiasmo y la euforia que se desata tras cada anotación para entregarse a los abrazos y las felicitaciones, gestos que en muchos de los casos vienen acompañados por un sinnúmero de mimos y caricias que tornan la fiesta en una especie de momento mágico y sumamente romántico en el que los nombres, los colores y las banderas se funden al simple contacto de los labios. Pero como es de esperar, en este Mundial las manifestaciones de emoción y cariño no se hacen evidentes únicamente para alabar el desempeño de los protagonistas en la cancha; muchos de los seguidores, los más creativos y supersticiosos quizás, utilizan sus bocas para bendecir también las réplicas de la Copa del Mundo, trofeo que anhelan conquistar de la mano de sus futbolistas preferidos.