España remontó luego de estar más de una hora abajo en el marcador, sin desesperarse y fiel a su estilo
![]() |
(Foto EFE)
JAVIER BRASSESCO
EL UNIVERSAL
La furia es voluntad ciega, arrojo irreflexivo, embestida
a la torera, corazón y poco más. España embistió
y lo hizo con corazón, pero fue mucho más que eso;
furiosa y todo logró colocarse por encima de esa histórica
furia que nunca le ha llevado a ningún lado.
España estuvo más de una hora con el marcador en
contra, y sin embargo nunca se desesperó y fue siempre
fiel a su estilo, sin importar la derrota parcial, ni la lluvia
que siempre perjudica al equipo que más toca, ni al estupor
y la ansiedad de una derrota que se anunciaba inminente. La
lata había que abrirla a lo civil o a lo criminal, había
advertido el técnico Luis Aragonés, y España
la abrió a lo civil.
Xavi siguió siempre repartiendo balones en la mitad
de la cancha, armando todos los ataques de su selección
con la firme convicción de que ningún cántaro
puede aguantar tantos viajes a la fuente y seguir como si
no hubiera pasado nada. Cesc, ese compañero ideal que
entró en el segundo tiempo, fue fundamental en la remontada
y jugó con todo el desparpajo de sus dieciocho años,
quizá porque a esa edad, bendita sea, no se sabe tanto
de sistemas y de esquemas preestablecidos. Sergio Ramos
fue un titán por la banda derecha y se cansó de
lanzar centros que sus compañeros desperdiciaron. Raúl
sólo apareció una vez pero fue suficiente, pues
estuvo en donde había que estar en el momento en que
había que estar e hizo lo que había que hacer.
Torres no se cansó de intentarlo, falló mil veces,
pero en la mil y una definió como el gran delantero
que es.
Y es que el gran mérito de España es que jamás
se descorazonó a pesar de estar una hora completa
desperdiciando ocasiones. Torres que no llegaba a un centro
de Pernía por pocos centímetros, y luego se
escapaba en una contra y daba mal el pase, o se plantaba
en el área y hacía un quiebre de más y
se la quitaba Jaidi, Luis García que se enredaba
con el balón en las piernas cuando estaba solo ante
el portero, o fallaba de cabeza, o su pase mortal a Xavi
lo cortaba la zaga, Xabi Alonso que cabeceaba y un defensa
sacaba el balón en la línea de gol, y los tiros
de afuera se perdían por muy poco... el arco tunecino
parecía hechizado.
Pero no lo estaba, porque los hechizos no existen.
Existe la suerte y la voluntad de unos africanos que
resistieron estoicamente el constante y paciente asedio
español por más de setenta minutos. Y también
existió, por una vez en el fútbol, la justicia.
Y también un jugador extraordinario que se llama
Cesc Fábregas y que juega en el Arsenal, para
más señas. Raúl empató y Torres
hizo los goles de ganar, pero el rumbo del partido
lo cambió ese muchacho que hace muy poco dejó
de ser menor de edad.
Excelente demostración de España, incluso
mejor que la anterior (aunque paradójicamente
el equipo se haya mostrado menos virtuso), pues
esta vez no se trataba de hacer leña del caído
árbol ucraniano, sino de remontar un partido
con toda la paciencia del mundo y a pesar de los
pesares, sin bajar nunca los brazos, sin ceder al
cansancio ni a la indolencia y confiando siempre
en su estilo. Para eso se necesita mucho más
que furia.
de EL UNIVERSAL. Si no lo eres, Regístrate aquí
El Universal no se hace responsable por las opiniones emitidas en este espacio. Los comentarios aquí publicados son responsabilidad de quién los escribe.
El Universal no permite la publicación de mensajes anónimos o bajo seudónimos.
El Universal se reserva el derecho de editar los textos y de eliminar aquellos que utilicen un lenguaje no apropiado y/o que vaya en contra de las leyes venezolanas.



Cómo anunciar |
Suscripciones |
Contáctenos |
Política de privacidad
Términos legales |
Condiciones de uso |
Mapa del Sitio |
Ayuda
El Universal - Todos los derechos reservados 2011
