MARIUCHA MONERO

ESPECIAL REUTERS/EL UNIVERSAL

Río de Janeiro.- El rostro masculino del maestro francés Zinedine Zidane, el físico del zaguero italiano Fabio Cannavaro y los cabellos abundantes del portugués Luis Figo son atracciones extras en la Copa del Mundo de Alemania 2006. La reunión de beldades llama la atención, pero, para mí, sólo hasta rodar el balón. Con el pitazo del juez, lo que me gusta son los pases precisos y los regates fantásticos. Y ahí es que aparece el problema: de cuatro en cuatro años la enorme mayoría del mundo femenino se divide entre mujeres que duermen sin entender de fútbol y despiertan como verdaderas especialistas y aquellas que encuentran seductor decir que no entienden nada de lo que pasa dentro del campo de juego. Y las que viven el fútbol en el día a día, como yo... ¿cómo quedan? Pues, sufriendo. Fue pensando en ese tema que me encontré con una constatación: ése es el problema de Ronaldo. El fenómeno no puede haberse olvidado de jugar sólo a causa de algunos kilitos. Claro que la lesión lo dejó inactivo, que la condición física quedó comprometida, que los 29 años tienen su peso, pero lo que está golpeando realmente es el desinterés, la desa tención de la novia Raica. Todos sabemos que Ronaldo sucumbe fácil a una pasión. ¿Y cómo es que él puede tener voluntad de superar las dificultades, de probar otra vez que es el máximo, de correr con ganas atrás del balón, si su "media naranja" afirma en una entrevista que descubrió hace pocos días que un partido de fútbol es disputado por 11 jugadores de cada lado? Vamos... ¿en qué planeta vive esta muchacha? Seguro, muchas mujeres no se interesan por el fútbol. ¿Pero alguien puede creerlo de un ser hu mano que nació en Brasil? Raica, es tu turno.