Brasil venció 2-0 a Australia y avanza a octavos de final. Sin embargo, su "jogo bonito" sigue ausente
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ESTEBAN ROJAS
EL UNIVERSAL
Hechos son hechos, Brasil venció 2-0 a Australia y
logró su clasificación a octavos de final. Sin embargo,
sigue teniendo una deuda pendiente.
El esperado "jogo bonito" de la canarinha no aparece en
el Mundial de Alemania 2006, es el gran ausente, pues el
equipo de Carlos Alberto Parreira no termina de convencer,
no responde al papel de claro favorito con el que inició
su camino en Alemania 2006. La virtud de la canarinha ha
sido su efectividad, la capacidad para concretar cada oportunidad
de gol, no _como se creía_ el espectáculo de hombres
como Ronaldinho, Adriano y Ronaldo. Kaká sí cumple,
se muestra como la gran figura que es, pero a veces parece
muy solo.
Y por eso, Parreira tiene muchísimas cosas que pensar.
Ronaldinho está lejos de ser ese jugador del Barcelona,
capaz de llevar a los blaugrana a la cima del fútbol
europeo, mientras Adriano y Ronaldo están muy estáticos
en la punta, especialmente el segundo. ¡Ay, Ronaldo!
El "Fenómeno" es apenas una sombra de sí mismo
mientras Robinho pisa duro y puede desplazarlo del once
inicial. El técnico tendrá la última
palabra.
Eso sí, aunque Brasil no muestra su mejor rostro,
su pegada es envidiable.
Ayer, un "flash" de ese teórico juego que
puede practicar la canarinha representó el
primer gol del partido. Ronaldinho demostró
su visión con un excelente pase al área
a Ronaldo, quien concentró a toda la defensa
en torno a él y entonces abrió para Adriano,
quien no perdonó.
Adriano salvó así el día, dedicando
el éxito a su hijo, nacido hace un par de
días.
Y luego, cuando Australia avisaba poder empatar
y dejaba claro que Ronaldinho y compañía
tenían que tener cuidado, llegó el
segundo tanto de los brasileños por intermedio
de Fred. Otro golpe, definitivo, quizás
demasiado para el conjunto de Guus Hiddink.
Los "aussies" no merecían tanto castigo,
pues fue un equipo muy ordenado, capaz de
salir al campo de tú a tú frente
a un rival muy superior en el papel, no así
sobre la cancha.
Buscaron el partido. Cuando Brasil anotó,
lejos de meterse en su área para evitar
una derrota abultada, se atrevieron a irse
al ataque con un Harry Kewell que ingresó
desde el banquillo como un futbolista desequilibrante.
Tuvo chance de igualar el marcador, pero
a diferencia de los brasileños, no
pudo aprovechar.
Kewell se estrelló frente a la defensa
y cuando logró sobrepasarla, apareció
Dida.
Esa fue la gran diferencia entre un
Brasil que está lejos de maravillar
y una Australia que demostró que
su triunfo en el debut ante Corea del
Sur no fue casualidad: efectividad.
Uno supo convertir en goles los errores
del rival y al otro le faltó contundencia.
Se sigue esperando por el "jogo bonito",
es una cuenta sin saldar para Carlos
Alberto Parreira y los suyos. De todas
formas, tienen como aval la calidad
individual de sus estrellas. Si Ronaldinho,
Ronaldo, Adriano y Kaká se juntan,
entonces Brasil sí será
lo que se temía: el principal
candidato al campeonato.
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