ALEXANDER SMOLTCZYK
DER SPIEGEL/EL UNIVERSAL
A pocos kilómetros de la autopista que rodea Roma se
encuentra un lugar de devoción, el Templo del Divino
Amor. Junto a fotografías de accidentes de tránsito
aparatosísimos _aunque milagrosamente no fatales_,
los cascos de los sobrevivientes y los trofeos donados por
equipos victoriosos, cuelga, en un marco, la fra nela número
10 de un pecador.
Es una camiseta blanco-lila, mancillada con sudor y escupitajo.
Nadie quiere verla. Nadie quiere saber nada de eso. En
una época perteneció al santo deportivo de Italia,
ahora convertido en un penitente. "Pido perdón, Santísima
Virgen del Divino Amor", reza una nota a mano. "Nunca
me olvides. Tu Francesco".
La fecha: 14 de junio de 2004. El lugar: Estadio don
Afonso Henriques, en Guimaraes, Portugal, durante el
partido contra Dinamarca en la primera fase de la Eurocopa.
El momento: el minuto 48 del juego. El pecado contra
Dios y el fútbol: Francesco Totti, el número
10 de Italia, el gladiador reverenciado como si fuese
el emperador de Roma, escupe sobre el rostro del oponente
Christian Poulsen. Todo es captado en cámara. Y
la UEFA suspendió al "gobernante" de Roma por tres
partidos.
Se disculpó pero era tarde. Había avergonzado
a su país. Y a su equipo. Y a sí mismo.
"¡Totti, el camello escupidor". Cuando los titulares
de prensa aún resonaban en sus oídos,
Totti buscó refugio en su confesor, don Fernando
Altieri. Le pidió al sacerdote que llevara
la camiseta a la Santa María Virgen, pero prometió
no poner pies en el sagrado templo hasta haberse
redimido. Hasta verse purgado por la victoria. Después
de la Copa del Mundo. Y el momento ya ha llegado
en Alemania 2006.
Italia conquistó el trofeo por última
vez en 1982. Cinco torneos y seis campeonatos
europeos después, la Squadra Azzurra no tiene
nada que presentar a cambio de sus esfuerzos,
salvo una lista de oportunidades perdidas.
Como consuelo, la influyente publicación
trimestral Linea Bianca de Italia escribió
un artículo sobre los Medias Rojas de Boston,
el equipo de beisbol que pasó 86 años
sin poder ganar la Serie Mundial.
No era sólo el partido con Dinamarca
lo que importaba. Era mucho más a lo
profundo, era la angustia de Italia por no
ser tomada en serio. El complejo de Pinocho
de un muchacho que todo el tiempo dice "Todo
saldrá bien porque somos los mejores",
pero que por dentro lo consume el temor de
ser el hazmerreír de todos.
El complejo de Pinocho no sólo ensombrece
la política exterior del país,
sino que también penetra a cada galán
italiano con un gran copete y el cabello
engominado. Y, al menos desde el 14 de junio
de 2004, ha pesado como una maldición
sobre los orgullosos Azzurri. Esto porque
Totti no es jugador más. Totti es Italia.
Cuando insurgentes iraquíes secuestraron
a la periodista italiana Giuliana Sgrena
en febrero de 2005, miles marcharon por
las calles mostrando el retrato de su
compatriota con banderas en la plaza local.
Franceso Totti entró al campo de
juego ese domingo con una camiseta blanca
que decía: "Liberen a Giuliana".
Aunque muchos llamados se desvanecieron
en el camino, Totti llegó a la
celda de la cautiva en Bagdad a través
de uno de los propios secuestradores.
"Estaba totalmente de su parte", Sgrena
diría después. "Porque reverenciaba
a Totti como a un héroe. Y había
visto a su ídolo en Italia pidiendo
mi liberación por televisión".
Francesco Totti tiene un admirador
iraquí, así como hay clubes
de fans de Totti en Tokio, una página
web de Totti en Ankara. Y Totti, no
David Beckham, es el jugador favorito
de Robbie Williams. En el Foro Económico
Mundial, Pelé declaró a
Totti "el mejor jugador del mundo,
incluso si ha tenido un poco de mala
suerte".
Esta temporada, Totti ha entrenado
como un hombre poseído. Ha
rehusado toda entrevista y evadido
las cámaras. En un cambio de
comportamiento frente al pasado,
sólo aprieta los dientes cuando
oponentes celosos lo provocan. Esto
porque Totti gana mucho más
que cualquiera en la liga. Porque
es amado como ningún otro.
Porque él es Totti.
Se torturó para estar en
forma y había jugado su mejor
temporada. Cada título personal
arrastró a Roma fuera de
las regiones bajas de la liga
hasta el cuarto lugar con 10 victorias
en fila. Pero entonces, en febrero,
se fracturó.
Un programa de rehabilitación
nacional entró en acción
de manera espontánea. El
país mantuvo vigilia en
su lecho de enfermo, e incluso
el propio Silvio Berlusconi
se presentaba a visitarlo. Totti
es necesario para salvar a su
país, para demostrar finalmente
que el fútbol italiano
sí puede competir contra
los mejores.
Mamma Fiorella
Totti nació
en 1976, cinco días
después que Ronaldo
y dos antes que Shevchenko.
El mito comenzó
con un infante de diez
meses que se rehusó
a entregar la pelota
durante unas vacaciones
de verano en el mar
Adriático. Continúa
con su primer trofeo
de fútbol cuando
tenía cinco años.
Y prosigue con un niño
de nueve años sentado
en las gradas, quien,
ovacionado por la multitud,
cabeceó un pase
desviado de regreso
a la cancha, justo al
mismo lugar de donde
procedía. Según
la leyenda, la franela
de la Roma estaba destinada
para él, el más
joven de una larga línea
de tifosi. La noticia
del bambino con los
pies mágicos se
esparció rápido.
Su madre, Fiorella,
siempre estaba cerca.
Durante las sesiones
de entrenamiento,
tejía a un lado
de la línea lateral,
preocupada de que
pudiera pescar un
resfriado. Si surgían
problemas, llamaba
al entrenador de Totti:
"Signore, ¿qué
pasa?". Hay muchas
historias en torno
a Mamma Totti. Cuando
el AC Milan trató
de atraer al adolescente,
a quien le ofrecieron
enseñanza privada,
un contrato y una
casa, Fiorella intervino:
"Francesco no se alejará
ni un centímetro
de Roma". Punto y
final.
Una y otra vez,
los rivales hacían
ofertas, pero prefería
quedarse. "Eres
quien eres. Soy
un chico de Roma",
dice.
Comenzó
a jugar para la
Roma a los 16
años y desde
entonces no se
ha detenido. ¿Es
eso un problema?
No para los ciudadanos
de Roma. Ahora,
con 29 años,
Totti es adorado
como un hermano
y un hijo porque
no se marchó
a Madrid, Milán
o Manchester.
Porque no sabe
hablar inglés,
porque le gustan
las muchachas
con senos como
los de su esposa.
Porque ha seguido
siendo el bambino
de Porta Latina,
de buen corazón
y sencillo, aunque
al mismo tiempo
es un sabelotodo
y está orgulloso
de serlo. Totti
es Roma así
como Woody Allen
es Manhattan.
Difícilmente
sobreviviría
fuera de los muros
de la ciudad,
menos en el extranjero.
Sus entradas
en el Olympic
Stadium, el
campo de la
Roma, están
sincronizadas
a la perfección.
Una figura solitaria
"¡Nuestro capitano,
el emperador
de Roma, Francesco...
TOTTTIIII!".
El hombre está
convencido de
que es un gladiador
reencarnado
y lo mismo piensa
"Mamma Roma".
Totti camina
por el campo
con la concentración
de alguien
que desarma
bombas. Observa
con el entrecejo
fruncido cómo
se desarrolla
el juego y
luego se materializa
de la nada,
en posición
perfecta para
hacer un pase
de lujo.
Puede jugar
en las bandas,
dirigir
la acción
desde el
mediocampo
y anotar.
Está
en mejor
forma y
tiene más
vigor que
los demás.
"Es el prototipo
del jugador
moderno,
el primero
de su clase",
escribe
el filósofo
de los deportes
Mario Sconcerti
en su estudio
La differenza
di Totti.
Es "el artista
consumado
en la mejor
tradición
goleadora
de Italia".
Italia
quiere
a Totti
tanto
como se
quiere
a sí
misma.
Se ha
convertido
en el
arquetipo
del hombre
italiano.
Narcisista
y atormentado
sólo
por el
temor
de lucir
mal. Es
por eso
que Portugal
dolió
tanto.
En
el norte
de Europa,
mayoritariamente
protestante,
tener
una
buena
apariencia
puede
levantar
sospechas
de estupidez.
La inteligencia
no necesita
ropa
de marca.
En el
sur,
un traje
ostentoso
no atenta
contra
el estilo
de un
jugador.
Todo
lo contrario.
Es una
declaración
de fidelidad
al significado
de la
vida:
belleza.
Incluso
sus
más
ardientes
admiradores
guardan
silencio
cuando
se
conversa
sobre
el
intelecto
de
Totti.
"A
menudo
parece
un
simplón.
Más
bien
muy
a
menudo",
escribe
Sconcerti,
quien
agrega
rápidamente
"aunque
no
en
la
cancha".
No
hay
que
ser
un
Einstein
para
saber
dónde
caerá
la
pelota.
Nunca
ha
puesto
un
pie
en
una
biblioteca.
El
mundo
de
Francesco
comienza
justo
a
25
metros
de
la
portería.
Totti
es
Totti.
Hoy,
el
jugador
se
reúne
habitualmente
con
su
mamma
en
el
viejo
apartamento.
Nada
ha
cambiado,
ni
las
fotografías
de
fútbol
en
el
armario
ni
los
platos
de
pasta.
Hasta
hace
poco,
toda
la
familia
Totti
vivía
junta.
Hoy,
Fiorella
vive
al
lado
de
Francesco
y
su
esposa.
Lo
mismo
se
puede
decir
de
la
familia
de
Del
Piero.
En
Italia,
83%
de
todos
los
solteros
aún
viven
en
casa.
E
incluso
cuando
se
casan,
mamma
está
a
la
vuelta
de
la
esquina.
Esta
"mamitis"
es
la
causa
de
mucho
mal
y
ha
entorpecido
la
formación
de
una
Squadra
Azzurra
con
verdaderas
aspiraciones
al
título.
Hora
de
ganar
La
primera
plana
de
La
Stampa
sugirió:
"Estos
Azzurri
deberían
ganar
para
variar
_si
pueden_
y
dejar
de
regresar
a
casa
con
mamá,
llorando".
Totti
y
los
de
su
clase
proceden
de
este
mundo.
Y,
hasta
ahora,
el
genio
de
Totti
sólo
se
ha
desplegado
en
las
camisetas
rojo
oscuro
del
Roma.
No
había
pasado
mucho
con
la
camiseta
azul
de
Italia
cuando
se
puso
a
escupir,
pavonearse
y
fallar.
En
49
partidos
para
la
selección
italiana,
ha
anotado
la
miseria
de
ocho
goles.
Al
equipo
de
Brasil
sólo
lo
ha
visto
en
TV.
Esta
es
la
hora.
Porque
Italia
quizás
aún
domine
el
mundo
del
estilo,
pero
ha
esperado
durante
años
por
un
triunfo
deportivo.
Incluso
Ferrari,
el
gigante
de
la
Fórmula
Uno,
está
en
la
fila.
En
moda,
comida
y
diseño,
Italia
marca
el
paso,
pero
tristemente
sigue
rezagada
en
la
industria,
la
banca,
la
alta
tecnología
y
las
telecomunicaciones.
En
el
norte
del
país
hay
corporaciones
y
clubes
que
hacen
de
Italia
la
envidia
del
mundo:
Prada,
Juventus,
AC
Milan
y,
más
recientemente,
Fiat
de
nuevo.
Sin
embargo,
el
resto
del
país
es
dominado
por
administradores
mediocres,
firmas
que
deben
su
supervivencia
a
patronos
con
contactos
políticos.
Aquí
la
riqueza
se
genera
no
por
una
enérgica
innovación,
sino
por
la
posesión
pasiva
de
propiedades:
la
paciencia.
Un
cerrojo
económico.
Este
verano,
todo
está
en
riesgo
para
Italia:
¿Quiénes
somos?
¿Realmente
importamos?:
El
complejo
de
Pinocho.
Los
italianos
necesitan
ganar
en
el
Grupo
E.
De
lo
contrario,
Brasil
_la
pesadilla
de
todo
el
mundo_
pudiera
esperarlos
en
los
octavos
de
final.
El
camino
comenzó
venciendo
a
Ghana
2-0,
ayer
se
enfrentó
a
EEUU
y
cerrará
la
primera
ronda
ante
República
Checa.
Y
ahí
está
Totti.
"Es
un
jugador
que
puede
marcar
la
diferencia",
declaró
el
técnico
de
la
azzurra,
Marcello
Lippi.
Totti
ha
entrenado,
corrido,
disciplinado
su
cuerpo.
Se
fractura
la
pierna
a
113
días
antes
del
juego
inaugural
de
la
Copa
Mundial,
pero
logró
recuperarse.
Es
un
gladiador
y
tiene
una
misión:
salvar
la
dignidad
de
su
país
y
la
suya
propia.
Italia
lo
necesita.
La
pregunta
es
qué
pasará
si
las
cosas
no
salen
bien...
La
Virgen
María
perdonará.
Igual
que
la
mamma.
Traducción:
José
Peralta.
de EL UNIVERSAL. Si no lo eres, Regístrate aquí
El Universal no se hace responsable por las opiniones emitidas en este espacio. Los comentarios aquí publicados son responsabilidad de quién los escribe.
El Universal no permite la publicación de mensajes anónimos o bajo seudónimos.
El Universal se reserva el derecho de editar los textos y de eliminar aquellos que utilicen un lenguaje no apropiado y/o que vaya en contra de las leyes venezolanas.



Cómo anunciar |
Suscripciones |
Contáctenos |
Política de privacidad
Términos legales |
Condiciones de uso |
Mapa del Sitio |
Ayuda
El Universal - Todos los derechos reservados 2011
