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El último gladiador
ALEXANDER SMOLTCZYK |  DIARIO
domingo 18 de junio de 2006  12:00 AM

ALEXANDER SMOLTCZYK

DER SPIEGEL/EL UNIVERSAL

A pocos kilómetros de la autopista que rodea Roma se encuentra un lugar de devoción, el Templo del Divino Amor. Junto a fotografías de accidentes de tránsito aparatosísimos _aunque milagrosamente no fatales_, los cascos de los sobrevivientes y los trofeos donados por equipos victoriosos, cuelga, en un marco, la fra nela número 10 de un pecador. Es una camiseta blanco-lila, mancillada con sudor y escupitajo. Nadie quiere verla. Nadie quiere saber nada de eso. En una época perteneció al santo deportivo de Italia, ahora convertido en un penitente. "Pido perdón, Santísima Virgen del Divino Amor", reza una nota a mano. "Nunca me olvides. Tu Francesco". La fecha: 14 de junio de 2004. El lugar: Estadio don Afonso Henriques, en Guimaraes, Portugal, durante el partido contra Dinamarca en la primera fase de la Eurocopa. El momento: el minuto 48 del juego. El pecado contra Dios y el fútbol: Francesco Totti, el número 10 de Italia, el gladiador reverenciado como si fuese el emperador de Roma, escupe sobre el rostro del oponente Christian Poulsen. Todo es captado en cámara. Y la UEFA suspendió al "gobernante" de Roma por tres partidos. Se disculpó pero era tarde. Había avergonzado a su país. Y a su equipo. Y a sí mismo. "¡Totti, el camello escupidor". Cuando los titulares de prensa aún resonaban en sus oídos, Totti buscó refugio en su confesor, don Fernando Altieri. Le pidió al sacerdote que llevara la camiseta a la Santa María Virgen, pero prometió no poner pies en el sagrado templo hasta haberse redimido. Hasta verse purgado por la victoria. Después de la Copa del Mundo. Y el momento ya ha llegado en Alemania 2006. Italia conquistó el trofeo por última vez en 1982. Cinco torneos y seis campeonatos europeos después, la Squadra Azzurra no tiene nada que presentar a cambio de sus esfuerzos, salvo una lista de oportunidades perdidas. Como consuelo, la influyente publicación trimestral Linea Bianca de Italia escribió un artículo sobre los Medias Rojas de Boston, el equipo de beisbol que pasó 86 años sin poder ganar la Serie Mundial. No era sólo el partido con Dinamarca lo que importaba. Era mucho más a lo profundo, era la angustia de Italia por no ser tomada en serio. El complejo de Pinocho de un muchacho que todo el tiempo dice "Todo saldrá bien porque somos los mejores", pero que por dentro lo consume el temor de ser el hazmerreír de todos. El complejo de Pinocho no sólo ensombrece la política exterior del país, sino que también penetra a cada galán italiano con un gran copete y el cabello engominado. Y, al menos desde el 14 de junio de 2004, ha pesado como una maldición sobre los orgullosos Azzurri. Esto porque Totti no es jugador más. Totti es Italia. Cuando insurgentes iraquíes secuestraron a la periodista italiana Giuliana Sgrena en febrero de 2005, miles marcharon por las calles mostrando el retrato de su compatriota con banderas en la plaza local. Franceso Totti entró al campo de juego ese domingo con una camiseta blanca que decía: "Liberen a Giuliana". Aunque muchos llamados se desvanecieron en el camino, Totti llegó a la celda de la cautiva en Bagdad a través de uno de los propios secuestradores. "Estaba totalmente de su parte", Sgrena diría después. "Porque reverenciaba a Totti como a un héroe. Y había visto a su ídolo en Italia pidiendo mi liberación por televisión". Francesco Totti tiene un admirador iraquí, así como hay clubes de fans de Totti en Tokio, una página web de Totti en Ankara. Y Totti, no David Beckham, es el jugador favorito de Robbie Williams. En el Foro Económico Mundial, Pelé declaró a Totti "el mejor jugador del mundo, incluso si ha tenido un poco de mala suerte". Esta temporada, Totti ha entrenado como un hombre poseído. Ha rehusado toda entrevista y evadido las cámaras. En un cambio de comportamiento frente al pasado, sólo aprieta los dientes cuando oponentes celosos lo provocan. Esto porque Totti gana mucho más que cualquiera en la liga. Porque es amado como ningún otro. Porque él es Totti. Se torturó para estar en forma y había jugado su mejor temporada. Cada título personal arrastró a Roma fuera de las regiones bajas de la liga hasta el cuarto lugar con 10 victorias en fila. Pero entonces, en febrero, se fracturó. Un programa de rehabilitación nacional entró en acción de manera espontánea. El país mantuvo vigilia en su lecho de enfermo, e incluso el propio Silvio Berlusconi se presentaba a visitarlo. Totti es necesario para salvar a su país, para demostrar finalmente que el fútbol italiano sí puede competir contra los mejores. Mamma Fiorella Totti nació en 1976, cinco días después que Ronaldo y dos antes que Shevchenko. El mito comenzó con un infante de diez meses que se rehusó a entregar la pelota durante unas vacaciones de verano en el mar Adriático. Continúa con su primer trofeo de fútbol cuando tenía cinco años. Y prosigue con un niño de nueve años sentado en las gradas, quien, ovacionado por la multitud, cabeceó un pase desviado de regreso a la cancha, justo al mismo lugar de donde procedía. Según la leyenda, la franela de la Roma estaba destinada para él, el más joven de una larga línea de tifosi. La noticia del bambino con los pies mágicos se esparció rápido. Su madre, Fiorella, siempre estaba cerca. Durante las sesiones de entrenamiento, tejía a un lado de la línea lateral, preocupada de que pudiera pescar un resfriado. Si surgían problemas, llamaba al entrenador de Totti: "Signore, ¿qué pasa?". Hay muchas historias en torno a Mamma Totti. Cuando el AC Milan trató de atraer al adolescente, a quien le ofrecieron enseñanza privada, un contrato y una casa, Fiorella intervino: "Francesco no se alejará ni un centímetro de Roma". Punto y final. Una y otra vez, los rivales hacían ofertas, pero prefería quedarse. "Eres quien eres. Soy un chico de Roma", dice. Comenzó a jugar para la Roma a los 16 años y desde entonces no se ha detenido. ¿Es eso un problema? No para los ciudadanos de Roma. Ahora, con 29 años, Totti es adorado como un hermano y un hijo porque no se marchó a Madrid, Milán o Manchester. Porque no sabe hablar inglés, porque le gustan las muchachas con senos como los de su esposa. Porque ha seguido siendo el bambino de Porta Latina, de buen corazón y sencillo, aunque al mismo tiempo es un sabelotodo y está orgulloso de serlo. Totti es Roma así como Woody Allen es Manhattan. Difícilmente sobreviviría fuera de los muros de la ciudad, menos en el extranjero. Sus entradas en el Olympic Stadium, el campo de la Roma, están sincronizadas a la perfección. Una figura solitaria "¡Nuestro capitano, el emperador de Roma, Francesco... TOTTTIIII!". El hombre está convencido de que es un gladiador reencarnado y lo mismo piensa "Mamma Roma". Totti camina por el campo con la concentración de alguien que desarma bombas. Observa con el entrecejo fruncido cómo se desarrolla el juego y luego se materializa de la nada, en posición perfecta para hacer un pase de lujo. Puede jugar en las bandas, dirigir la acción desde el mediocampo y anotar. Está en mejor forma y tiene más vigor que los demás. "Es el prototipo del jugador moderno, el primero de su clase", escribe el filósofo de los deportes Mario Sconcerti en su estudio La differenza di Totti. Es "el artista consumado en la mejor tradición goleadora de Italia". Italia quiere a Totti tanto como se quiere a sí misma. Se ha convertido en el arquetipo del hombre italiano. Narcisista y atormentado sólo por el temor de lucir mal. Es por eso que Portugal dolió tanto. En el norte de Europa, mayoritariamente protestante, tener una buena apariencia puede levantar sospechas de estupidez. La inteligencia no necesita ropa de marca. En el sur, un traje ostentoso no atenta contra el estilo de un jugador. Todo lo contrario. Es una declaración de fidelidad al significado de la vida: belleza. Incluso sus más ardientes admiradores guardan silencio cuando se conversa sobre el intelecto de Totti. "A menudo parece un simplón. Más bien muy a menudo", escribe Sconcerti, quien agrega rápidamente "aunque no en la cancha". No hay que ser un Einstein para saber dónde caerá la pelota. Nunca ha puesto un pie en una biblioteca. El mundo de Francesco comienza justo a 25 metros de la portería. Totti es Totti. Hoy, el jugador se reúne habitualmente con su mamma en el viejo apartamento. Nada ha cambiado, ni las fotografías de fútbol en el armario ni los platos de pasta. Hasta hace poco, toda la familia Totti vivía junta. Hoy, Fiorella vive al lado de Francesco y su esposa. Lo mismo se puede decir de la familia de Del Piero. En Italia, 83% de todos los solteros aún viven en casa. E incluso cuando se casan, mamma está a la vuelta de la esquina. Esta "mamitis" es la causa de mucho mal y ha entorpecido la formación de una Squadra Azzurra con verdaderas aspiraciones al título. Hora de ganar La primera plana de La Stampa sugirió: "Estos Azzurri deberían ganar para variar _si pueden_ y dejar de regresar a casa con mamá, llorando". Totti y los de su clase proceden de este mundo. Y, hasta ahora, el genio de Totti sólo se ha desplegado en las camisetas rojo oscuro del Roma. No había pasado mucho con la camiseta azul de Italia cuando se puso a escupir, pavonearse y fallar. En 49 partidos para la selección italiana, ha anotado la miseria de ocho goles. Al equipo de Brasil sólo lo ha visto en TV. Esta es la hora. Porque Italia quizás aún domine el mundo del estilo, pero ha esperado durante años por un triunfo deportivo. Incluso Ferrari, el gigante de la Fórmula Uno, está en la fila. En moda, comida y diseño, Italia marca el paso, pero tristemente sigue rezagada en la industria, la banca, la alta tecnología y las telecomunicaciones. En el norte del país hay corporaciones y clubes que hacen de Italia la envidia del mundo: Prada, Juventus, AC Milan y, más recientemente, Fiat de nuevo. Sin embargo, el resto del país es dominado por administradores mediocres, firmas que deben su supervivencia a patronos con contactos políticos. Aquí la riqueza se genera no por una enérgica innovación, sino por la posesión pasiva de propiedades: la paciencia. Un cerrojo económico. Este verano, todo está en riesgo para Italia: ¿Quiénes somos? ¿Realmente importamos?: El complejo de Pinocho. Los italianos necesitan ganar en el Grupo E. De lo contrario, Brasil _la pesadilla de todo el mundo_ pudiera esperarlos en los octavos de final. El camino comenzó venciendo a Ghana 2-0, ayer se enfrentó a EEUU y cerrará la primera ronda ante República Checa. Y ahí está Totti. "Es un jugador que puede marcar la diferencia", declaró el técnico de la azzurra, Marcello Lippi. Totti ha entrenado, corrido, disciplinado su cuerpo. Se fractura la pierna a 113 días antes del juego inaugural de la Copa Mundial, pero logró recuperarse. Es un gladiador y tiene una misión: salvar la dignidad de su país y la suya propia. Italia lo necesita. La pregunta es qué pasará si las cosas no salen bien... La Virgen María perdonará. Igual que la mamma. Traducción: José Peralta.

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