La selección lusitana venció 2-0 a Irán y celebra su clasificación a octavos de final
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(Foto AFP)
ESTEBAN ROJAS
EL UNIVERSAL
Quien persevera, vence. Eso hizo Portugal y ahora celebra
la clasificación a octavos de final en el Mundial de
Alemania 2006, un premio a la lucha de un grupo de jugadores
que nunca ahorró esfuerzos, que buscó sin descanso
el triunfo desde el pitazo inicial.
Un golazo de Deco fue la merecida recompensa para el equipo
del técnico Luiz Felipe Scolari, quien había desbordado
por todos lados a lo largo del partido con Figo y Cristiano
Ronaldo alternándose por las bandas, Maniche probando
de media distancia y los laterales Miguel y Nuno Valente
proyectándose constantemente. El éxito no llega
a la puerta, hay que luchar por él.
Y de la mano de Deco se encontró la victoria. El
ansiado tanto tardó 63 minutos, pero una vez rota
la resistencia de Irán, los lusos se crecieron, el
encuentro al fin estaba decidido.
Figo, el capitán, dio la tranquilidad necesaria
al provocar un penalti que desató la fiesta. Cristiano
Ronaldo cobró con frialdad y garantizó el
avance a la siguiente ronda.
Costó, pero el trabajo dio sus frutos, porque
hasta la aparición de Deco con su gol, el dominio
de Portugal fue total, los iraníes no conseguían
la fórmula para frenar a su rival. Sin embargo,
el marcador no se movía, persistía un empate
que hubiese complicado mucho las aspiraciones de la
oncena de Scolari, pues México era su siguiente
rival con la clasificación como objetivo.
Y eso que la posesión de balón llegó
a ser de un 70% para Figo y los suyos cuando el
partido alcanzaba la primera media hora.
Irán no hacía daño a pesar de
algunas llegadas aisladas, mostrando muy poco,
apenas un buen portero en la figura de Ebrahim
Mirzapur y un punta de cuidado en Vahid Hashemian.
De resto, los persas desplegaron otros talentos,
ajenos al fútbol. Muchos hicieron gala
de sus condiciones histriónicas al lanzarse
al césped al más mínimo contacto
de un defensor portugués y Hossein Kaabi
ofreció una impresionante exhibición
de karate cuando se elevó en el aire para
darle una patada en el rostro a Figo al más
puro estilo de Jean-Claude Van Damme.
Portugal mandaba. Pero aún así,
el descanso llegó con un empate 0-0.
Lejos de bajar la cabeza, los lusitanos
siguieron intentando, por historia, por
calidad, por darle a sus aficionados una
razón para sonreír. Los subcampeones
de Europa no se podían dar el lujo
de ceder puntos, tenían que ganar.
Pues bien, Portugal hizo el trabajo,
suma tres puntos valiosísimos y ya
puede respirar con más calma. Saldrá
en su próximo compromiso contra México
sin la presión de una posible eliminación,
con el cupo en el bolsillo, apuntando
a la cima de su grupo, algo para lo que
le bastará un empate.
Es tiempo de celebrar, saborear la
satisfacción de la tarea cumplida,
pero cuidado. Portugal, si quiere aspirar
a más, tendrá que tener más
pegada frente al arco, traducir su juego
en goles. En octavos se encontrará
con Argentina o con Holanda y, contra
esas selecciones, a diferencia de Irán,
necesitará mucho más que perseverancia.
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