Alex Saldaña
España demostró ayer que ha encontrado la combinación
perfecta. La furia no exenta de clase de Carles Puyol, Sergio
Ramos y Marcos Senna casa bien con la clase no exenta de técnica
de Xavi, Luis García y Xabi Alonso. Luis Aragonés
sabe que no cuenta con un equipo muy fuerte físicamente,
pero también es consciente de que tiene a unos jugadores
que se caracterizan por su buen trato al balón. Fue valiente,
dejó a Raúl en el banquillo (sigue siendo Raúl,
pero sería injusto premiar su mala temporada con una
titularidad en el Mundial) y apostó por los jugones.
Los mezcló con la cantidad exacta de peleones, batió
la coctelera y obtuvo el brebaje perfecto. El principal acierto
del seleccionador español radica en haber conseguido
que cada jugador sepa a la perfección qué tiene
y, sobre todo, qué no tiene que hacer.
Pundonor, toque y desparpajo son los ingredientes principales
de esta joven selección. Son las características
que poseen Puyol, Ramos, Xabi Alonso y Torres. Es cierto que
Ucrania no fue la selección aguerrida y ordenada que
se esperaba, la que tiene en sus filas a uno de los más
temidos delanteros del planeta (Andriy Shevchenko) y que fue
la primera en clasificarse para el Mundial en todo el continente
europeo, pero también lo es que los jugadores españoles
mantuvieron la concentración a pesar de su manifiesta
superioridad. Y apenas bajaron el ritmo del partido, con todo
y que se encontraron arriba por dos goles en el marcador cuando
todavía no se habían cumplido veinte minutos.
Todos estuvieron en un gran nivel, pero el mejor ejemplo
de compromiso se encarnó en Puyol, el defensa más
"odiado" por los delanteros. El catalán, un prodigio
de velocidad y colocación, recuperó hasta quince
balones. Furia pura y nada de complicaciones.
El central del Barsa tiene claro que la relajación
debe llegar después de los partidos, nunca en el
campo.
Pero sería muy mezquino atribuir a Puyol sólo
la furia. Fue el protagonista de la mejor jugada del
partido, que concluyó Torres con el cuarto gol
_un golazo, por cierto_. Puyol arrancó desde
la defensa con esa fuerza que sólo él posee,
aguantó varias tarascadas en la medular, se sacó
un regate que lo firmaría el mismísimo Zinedine
Zidane en sus mejores tiempos lejanos, (por desgracia
para Francia y para los amantes del fútbol) y
puso el balón en bandeja a los pies de Torres
con un sutil toque de cabeza. Creo que a Puyol le
ha venido muy bien jugar al lado de Ronaldinho.
Y es que la clase es amiga del furor en la selección
española, y viceversa.
Eso sí, esta España necesita que el
balón corra raso por el césped: los
envíos largos no entienden español,
mal que le pese a Clemente.
Ya nadie puede discutir que la elegancia no
está reñida con el carácter,
al menos en el funcionamiento de este equipo.
Claro que, no nos olvidemos, estamos hablando
de España y de los mundiales, por lo que
urge huir de cualquier cosa que se parezca a
la euforia. El fantasma de los cuartos de final
(España acostumbra a apearse en esa instancia
de la competición) sigue ahí.
Pero precisamente esa puede ser la mejor
noticia para la selección: muy poca gente
espera más de esta España. Y sin
presión se juega mejor.
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