Alex Saldaña
En Brasil sólo se habla de Ronaldinho. A él van
dirigidos los flashes de los fotógrafos y las miradas.
No es para menos; es el mejor futbolista del mundo. Pero a
su sombra, en la canarinha convive toda una galaxia. Y entre
tanta estrella, una brilla con luz propia. Se trata de Kaká,
de quien nadie habla, aunque él se encarga de hacerlo
por todos cuando el balón acaricia su pie.
Verle jugar rebaja el estrés. Ricardo Izecson dos Santos
Leite, llamado Kaká por la gracia de su hermano Roberto,
que no era capaz de pronunciar su nombre _la verdad es que
no es fácil_, juega como vive. Con calma, con relajación,
con salud mental, con buenaventura. Cuando controla el balón
y se da la vuelta el mundo se abre a su paso y el rival tiembla.
Más diestro que zurdo, puede salir por los dos lados
y cuando ha cogido velocidad ya no hay quien le frene.
Tiene gol y tiene pase, como demostró ayer. Se luce
en acciones individuales pero es generoso. No podría
ser de otra forma siendo un pedazo de pan blando, como aseguran
todos sus amigos y compañeros.
El Calcio _juega en el Milan_, el torneo italiano tan
exigente y poco apto para los amantes de las filigranas,
le ha hecho madurar como futbolista. No ha perdido su
técnica, pero ha ganado en físico.
Toda Europa sueña con él. Desde el Chelsea
hasta el Real Madrid, pasando por el Barcelona, el Manchester,
el Arsenal... Todos le quieren. Todos menos el ahora
hundido y perseguido judicialmente Luciano Moggi, presidente
de la Juventus, que afirma _no se sabe muy bien si lo
dice en serio o es un consuelo_ que su equipo "no podría
comprar nunca un jugador con ese nombre". Posiblemente
no sepa que en Brasil es un apodo como otro cualquiera,
pues en aquel país cuando se refieren a lo que
su "sucia" mente piensa los niños dicen "cocó"
y no "caca". En fin, él se lo pierde.
Los que no quieren perder a su joya son los brasileños.
Ayer Kaká resolvió un partido que aclara
mucho el panorama de los pentacampeones del mundo.
El solito se inventó un gol que evidenció,
como ya viene siendo habitual, que en Brasil, cuando
el bloque no funciona, siempre habrá una estrella
que marque la diferencia, uno de esos jugadores estratosféricos
_ayer fue Kaká_ a los que una sola aparición
basta para recordar a todos los demás, a los
terrestres, que existe una galaxia verde y amarilla
en el firmamento futbolístico que mira por encima
del hombro a todos los demás planetas _al menos,
por ahora...
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