MARIA JOSE REY PALERMO

EL UNIVERSAL

La Alianza Francesa en Venezuela despertó temprano ayer, era un día muy importante. Debutaba Francia en el Mundial de Alemania 2006, había que preparar la escena y las expectativas giraban en torno a la victoria. La recepción del recinto francés, ubicado en Chacaíto, recibió a un grupo reducido de personas en comparación con las multitudes que congregan el resto de las colonias como Italia o Portugal, pero aún así el esmero por darles la bienvenida fue absoluto como los mejores anfitriones. El lugar se convirtió en la sala de una casa de cualquier suburbio francés donde la familia y los vecinos más allegados se sientan frente al televisor para ver a la selección. Animados, con sus caras pintadas y vistiendo la camiseta de los "bleus" se armaron para hinchar por los galos a miles de kilómetros de distancia del partido. "Ale le bleus" "Ale le bleus" entonaban una y otra vez, pero por más esfuerzo que hicieron su energía no llegó hasta Zidane y el resto de sus compañeros, quienes pagaron mal con un deslucido empate. "¡Ahhhhhh!, ¡Oohhhhhhhh!, ¡Nooooooo! gritaban incesantemente ante el televisor mientras la pelota revoloteaba cerca de la portería suiza sin mayor éxito. El drama se acentuaba cada vez que el rival acechaba y la falta de tino les devolvía el alma al cuerpo. Francia no supo ganar y en sus seguidores hubo cierto desconsuelo, que sólo encontró calma en no haber sufrido una terrible derrota.