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CARACAS, martes 13 de junio, 2006 | Actualizado hace
 
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Mago errante
ALEX SALDAÑA |  DIARIO
martes 13 de junio de 2006  12:00 AM

Alex Saldaña

La sorprendente, por la forma en que se produjo, victoria de Australia sobre Japón me ha ratificado en la creencia _a estas alturas, certeza_ de que el holandés Guus Hiddink tiene una flor en el trasero.

Cuatro años después de llevar a semifinales contra todo pronóstico _tenía a favor todo lo demás, incluso algunos arbitrajes, todo hay que decirlo_ a Corea del Sur, un equipo que nunca había ganado un partido en los mundiales, el holandés errante parece decidido a volver a hacer historia, ahora con los "socceroos", que vuelven al Mundial de su mano tras 32 años de ausencia. Será mezquino ver en el éxito de Hiddink sólo la mano de la diosa Fortuna. Hiddink ha sido elevado a los altares de todos los sitios por los que ha pasado _que han sido muchos_ a fuerza de talento y trabajo. Es un notable director de grupos, a los que transmite la elegancia del deporte rey. Elegido para el cargo en 2005, tras la dimisión de Frank Farina por sus malos resultados en la Copa Confederaciones, en pocas semanas supo aplicar el rigor defensivo y sentido táctico del que adolecían los australianos y fue determinante en su clasificación, a expensas de Uruguay. Si fue capaz de hacer de Corea del Sur un equipo que practicaba el fútbol total, en Australia supo explotar sus cualidades, y desaparecer sus defectos. Centrocampista en el humilde De Graafschap Doetinchem y el PSV, Hiddink empezó como entrenador en los clubes de sus inicios como futbolista. En el PSV usó un clásico 4-4-2 que hizo maravillas. El club de la Philips acumuló trofeos: cuatro Ligas seguidas y tres Copas, también encadenadas. En 1988, al doblete nacional, el PSV sumó la Copa Europa. Hizo las maletas para ejercer en el Fenerbahce turco (90-91). No tardó en elevar las miras y, el curso siguiente, aterrizó en el Valencia, donde pasó dos años y tuvo gestos maravillosos como ordenar retirar una esvástica de la zona de los ultras. Fueron los mejores años del club español, que ganó hinchas en todas partes. Suyo fue el equipo que desarrolló el fútbol más espectacular en Francia 98, una Holanda a la que sólo la suerte _esquiva, esta vez_ de los penaltis pudo apartar de una copa que por juego había merecido. Hombre afable y con un sentido extremo de la deportividad, Hiddink, héroe nacional en Corea del Sur, donde le adoran como a un dios, es también un dolo en Australia. Tras el Mundial se irá a la selección rusa. Y es que este señor no para quieto. Pareciera que la flor no le permite sentarse demasiado tiempo en el mismo sitio. A ver si un da se deja caer por Venezuela _con el permiso de Richard Páez_ y vemos a la vinotinto en un Mundial. Bueno, por ahora fijémonos en Australia. Ya dio su primer paso para pasar a octavos. Tiembla Brasil, que viene Hiddink.

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