Stuttgart.- Construido a mayor gloria de Adolf Hitler,
escenario de algunos de los capítulos más importantes
del deporte alemán, el estadio de Stuttgart, el mítico
Neckarstadion, volverá a acoger hoy un partido del Mundial
de Fútbol.
Francia y Suiza devolverán al recinto el ambiente mundialista
que ya vivió en 1974 y que se repetirá con el Holanda-Costa
de Marfil, España-Túnez y Croacia-Australia.
El actual Gottlieb-DaimlerStadion no ha podido borrar con
sus múltiples reformas las señas que la Historia
ha ido grabando en sus muros.
Poco queda del recinto levantado en 1933 con el nombre
de Adolf Hitler Kampfbahn para la decimoquinta edición
de la fiesta de la gimnasia alemana, típicamente
nazi.
Los liberadores estadounidenses rebautizaron el estadio
como el Century Stadium y lo utilizaron para jugar al
beisbol, hasta que en 1949 volvió a manos germanas,
que le dieron el nombre de Neckarstadion en homenaje
al río que baña la ciudad de Stuttgart.
Ese mismo año fue escenario de la final del
campeonato alemán, aún no profesional, que
ganó el Mannheim por penaltis al Borussia Dortmund.
Sus muros vieron al año siguiente cómo
Alemania volvía a disputar un partido internacional
ocho años después del paréntesis
por la Segunda Guerra Mundial, recordó Efe.
Por la victoria sobre Suiza, ante 115.000 espectadores,
ese encuentro es considerado uno de los partidos
más importantes del deporte alemán.
El fútbol profesional germano también
nació en Stuttgart, que acogió el
primer encuentro de la Bundesliga, con triunfo
para el equipo local ante el Hertha Berlín
(2-0).
En 1974, en el Mundial de Alemania, el Neckarstadion
vio en su césped a grandes del fútbol
como Dino Zoff.
El 19 de diciembre de 1990 volvió
a ser testigo de otro hecho histórico
del país, acogió el primer partido
internacional de la Alemania reunificada.
Andreas Thom se convirtió en el primer
jugador de la antigua Alemania oriental
en marcar para la República Federal.
El Neckarstadion no sólo ha vivido
del fútbol. En 1939 acogió a
60.000 espectadores que presenciaron el
duelo entre los pesos pesados Max Schmeling
y Adolf Hauser, considerado en Alemania
como el récord para un combate de
boxeo.
Sede de los Mundiales de Atletismo
de 1993 el Neckarstadion fue objeto
de un lavado de cara que también
modificó su nombre, que desde entonces
es Gottlieb-Daimler-Stadion. La Mercedes
pagó la obra.
Entonces estrenó una cubierta
para el público, un techo que
parece flotar en el aire, sin ningún
pilar que dificulte la visión,
gracias a una estructura de 2.700
toneladas de acero y 420 de fibras.
Fue su última reforma hasta
que para este Mundial invirtieron
más de 50 millones de euros
para su renovación.
Entre las mejoras introducidas
figuran las dos pantallas gigantes
de 230 metros cuadrados, las mayores
de Europa según los constructores.
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