Berlín.- El frente de alta presión que hace saltar de alegría los corazones de la hinchada se convirtió en pesadilla de los futbolistas que se quejan y no dejan de tomar agua y cubitos de hielo. "El peor rival fue el calor. Casi nos morimos", resumió el seleccionador de Holanda, Marco van Basten, las impresiones de muchos en la cancha. Sus muchachos habían ganado con esfuerzo por 1-0 a Serbia y Montenegro soportando temperaturas de cerca de 40 grados en el césped de Leipzig. El árbitro Markus Merk interrumpió el encuentro a los 39 minutos para que los acalorados jugadores tomaran agua. "Era una cuestión de sentido común", explicó el colegiado. El hecho de que la luz solar aumente la secreción de serotonina _una hormona conocida como la "hormona de la felicidad"_ en el cuerpo seguramente rige para los aficionados que siguen los partidos a la sombra de un árbol y de pantalón corto en uno de los innumerables jardines cerveceros. Los futbolistas no pueden corroborarlo de momento. La canícula de 16 horas de exposición solar por día y máximas de 33 grados _40 en el estadio_ causará más y más quejas por parte de las federaciones. La federación inglesa demandó a la FIFA que aumentase la ración de agua en el estadio. En el partido contra Paraguay, los ingleses consumieron 70 litros de agua, tres veces más de lo normal. Los jugadores acabaron haciendo una dieta "involuntaria" y rebajaron hasta cinco kilos. "Nos ayudaría que refrescase", estimó David Beckham, aliviado de que los próximos partidos de los ingleses comiencen más tarde. Los partidos de las tres de la tarde son una desventaja.