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Una tarde cargada de mil angustias

Hubo momentos de tensión antes de que se desatara la celebración

Sufrimiento y tensión vivió el repleto Centro Portugués a medida que se acercaba el minuto 90 del partido contra Angola, pues faltaba el gol que garantizara de forma definitiva la fiesta al término de la jornada y el equipo africano daba uno que otro susto. Un suspiro que se convirtió en una emotiva exclamación de alegría se desató al sonar el pitazo final. No cabía un alma en el salón principal, la zona de piscinas también estaba repleta y todo el mundo ligaba por una selección en la que creen de verdad. "Este sí puede ser el Mundial de Portugal", dijo Roberto Ponte, un muchacho de 18 años acompañado por su familia y amigos. "Hay un gran equipo, excelentes jugadores y espero celebrar". Ya sueña con las caravanas para festejar un primer campeonato de los lusos. Gines Martins disfrutó del juego junto a su hermana Paulina, su hija Mabel y el novio de la chica, Andrés Cuzco. "Esto es una fiesta y siempre será así, ganemos o perdamos", explicó Gines. "Mi esposo es portugués y yo soy hija de españoles, pero venezolana. Esto que se vive aquí en el Centro Portugués es grandioso y a los venezolanos nos encanta una fiesta", agregó entre risas. Jeannete Rodríguez, por su parte, ligaba cada acción. "Portugal va a hacerlo bien. Estar celebrando en un Mundial es increíble, es algo que se lleva en la sangre", relata. Entre gritos llegó el final. Y los más pequeños disfrutaron de un partido que posiblemente recordarán en los próximos años, especialmente si Portugal concreta una buena actuación allá en Alemania. "Me gusta mucho el fútbol y voy a Portugal", dijo Christian Gómez, de 6 años, acompañado por Celia, su mamá. "Es algo muy fino. Vamos a ganar todos los partidos", añadía el niño mientras señalaba con orgullo la pequeña camiseta de la selección lusitana que lucía con el número 10 en su espalda.