GIAN PIERO ROVAGNATI G.

EL UNIVERSAL

Con una férrea defensa y una entrega total, Trinidad y Tobago firmó un empate frente a Suecia, uno de los favoritos del Grupo B en partido escenificado en Dortmund frente a 58.000 aficionados. Los equipos chicos están de moda y Suecia fue testigo presencial de que en el fútbol no hay nada escrito y que en la cancha se enfrentan once contra once. Bajo esa premisa el debutante Trinidad y Tobago dejó en claro que no le gusta en lo absoluto el apodo de cenicienta y que vino a complicarle la vida a más de uno. En las primeras de cambio se vaticinaba una goleada pues los suecos, quienes acumulan ya 11 mundiales, atropellaban por las bandas y no cesaban de atacar. Pero minuto a minuto esa opción se desvaneció y Trinidad, país más chico de los 32 participantes, construyó una muralla impenetrable durante el encuentro. El guardameta Shaka Hislop, quien no figuraba entre los titulares, acudió al llamado y no defraudó, convirtiéndose a la postre en el mejor del partido anulando cualquier intento de los europeos. Al iniciarse el segundo tiempo el central Avery John recibió su segunda amarilla siendo el primer expulsado del Mundial y dejó a su equipo en minoría. Pero los pupilos de Leo Beenhakker en vez de desesperarse continuaron al mismo ritmo e incluso nunca se olvidaron del ataque ya que mantuvieron en cancha a sus dos delanteros. Por su parte los suecos continuaron atacando, pero sus llegadas al arco eran muy dispersas y el temor a ser sorprendidos en un contragolpe los preocupó en demasía, detalle que terminó sentenciando el definitivo 0 a 0. Así Trinidad y Tobago conquista lo que quizá es el mayor logro futbolístico de su historia y se anota con propiedad un punto en la tabla del grupo B, algo que aparentemente sólo estaba destinado a ingleses, suecos y paraguayos.