ANA Y. TERAN LARA

EL UNIVERSAL

La emoción, el ritmo y el colorido de los seguidores de Trinidad y Tobago explotaron ayer en múltiples celebraciones tras el pitazo final que selló el empate entre esa selección y el combinado de Suecia. Tan encendidos como el rojo de las camisas que vestían, estaban los ánimos de los cientos de hinchas que se congregaron desde muy tempranas horas en las instalaciones de la oficina de Turismo de ese país, ubicadas en La Castellana, para disfrutar como en familia del esperado desafío. El sonido del Steel Band (instrumento musical propio de Trinidad y Tobago) fue el encargado de dar bienvenida a todos los invitados a la fiesta, quienes aprovecharon los momentos antes del partido para degustar algunos platos y bebidas típicas de ese país. Una vez comenzado el encuentro, la música y la agitación de los presentes cesaron para dar paso a la tensión y el nerviosismo de los primeros 45 minutos de juego. Banderines agitados, dedos cruzados, y alguno que otro gritico en inglés fueron las expresiones más utilizadas por los trinitenses para alabar los aciertos de sus jugadores en la cancha. La algarabía y el entusiasmo despertaron nuevamente durante el receso para infundir de optimismo la segunda parte del partido, que culminó con el marcador igualado. Al compás de la soca y el calipso y con saltos, bailes, consignas y hasta trencitos, al mejor estilo de las horas locas de las fiestas, grandes y chicos festejaron con desbordada alegría el resultado alcanzado por su equipo. "Estamos emocionadísimos por este logro pues sabemos que muchos pensaban que íbamos a perder y no fue así. Ahora el mundo sabe que en Trinidad se juega buen fútbol", dijo Raydely Hidalgo, una de las organizadoras de la fiesta.