En la memoria de los angoleños, pero sobre todo de
muchos portugueses, está el violento encuentro que ambas
selecciones disputaron en Lisboa el 14 de noviembre de 2001.
Aunque era un amistoso, los jugadores de Angola aplicaron un
juego tan brusco que el árbitro se vio en la obligación
de terminar el partido antes del tiempo reglamentario porque
a los africanos sólo le quedaban seis jugadores en cancha
por las expulsiones.
El choque finalizó con una goleada 5-1 a favor de Portugal.
"Hay reglas que se deben cumplir, pero el ímpetu de
los jugadores de Angola y su deseo de ganar es el mismo. Lo
que tenemos que mostrar es el mismo deseo de vencer", comentó
el delantero luso Nuno Gomes.