ALEX SALDAÑA
Debo confesar que me causó gran estupor y un poco de
alegría, _por qué no decirlo_ saber que Oliver Kahn,
el prepotente portero del Bayern Múnich, estaba condenado
a ver los partidos de la selección alemana desde el banquillo
de los suplentes.
Sé que en la final del pasado Mundial, celebrado en
el eje Corea-Japón, comenzó su bajada a los infiernos.
También conocía la valía de Jens Lehmann,
el arquero alemán del Arsenal, pero nunca confié
en la valentía de Klinsmann para enviar al baúl
de los suplentes a todo este mito viviente de la portería.
Como tampoco esperaba que Kahn aceptara la suplencia. Eso
no estaba en el libreto.
Lehmann ha tenido una gran temporada, pero como portero
tiene algo, un no sé qué, que no acaba de convencer.
Quizá sea esa capacidad tan suya para pifiarla en
el partido más importante _a la final de la Champions
pongo por testigo_. Su personalidad no es mejor que la
de Kahn.
Lehmann es un bicho bastante raro. No le gusta vivir
cara al exterior. Es serio, muy cerrado. Nunca caía
y le cae bien a nadie. No gustaba ni a la afición
donde jugaba. Huye de la gente. No se relaciona ni con
los compañeros ni mucho menos con la prensa.
Termina los entrenamientos, los partidos y se va
a casa. Nunca ha tenido la simpatía de la afición
alemana en general. Lo que ocurre es que con Khan
pasaba lo mismo. También cae mal en todo el país.
Incluso fuera de él.
Por eso ayer me fijé en los dos porteros
de la selección anfitriona. Vi calentar a
Kahn con esa cara de bulldog que sólo él
sabe poner cuando se enfada _que la verdad es
casi siempre_.
Estaba en su casa, en Múnich, posiblemente
en el único lugar del globo donde es apreciado.
Y no jugaría.
Todo el banquillo alemán saltó
a festejar el golazo del lateral Lahm, el
primer gol de un Mundial que ha comenzado
con un atracón de goles. Perdón,
todos no lo celebraron. Kahn permaneció
en su sitio, cabizbajo y con su cara de bulldog
en celo.
Posiblemente _no me cabe la menor duda_
él se alegró unos minutos después,
con el primer tanto de Wanchope. "Eso lo
hubiera parado yo", pensaría. Y lo
volvería a pensar unos minutos después,
cuando otra vez Wanchope batió al que
ayer era, seguro, su peor enemigo.
No obstante, hay que estar claros y reconocer
que a Kahn le honra el haber aceptado
acudir a la selección como suplente.
Su rival _esto es una guerra, no lo olviden_
había comunicado que si Klinsmann
elegía a Kahn, no acudiría al
equipo nacional. Una muestra de su carácter.
En este sentido, valoro sin tapujos la
postura del portero del Bayern. Es duro
ser el titular de toda la vida y que te
quiten del medio justo en el Mundial que
se va a jugar en tu país. Y creo
que esa decisión tendrá su premio.
Me resigno a hacerme a la idea de que
Kahn se irá de su Mundial sin jugar.
Sería un muy triste final para uno
de los mejores porteros de la historia
_y una de las personas más desagradables
fuera de los terrenos de juego_.
En fin, como dice Bernd Schuster, todo
equipo campeón tiene que tener
un gran portero. Alemania tiene dos.
Si tuviera otros puestos tan bien
cubiertos, sería una selección
temible.
asalda01@yahoo.com
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