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CARACAS, viernes 09 de junio, 2006 | Actualizado hace
 
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Ronaldinho, un mago que utiliza los pies

El crack del Barcelona ya es considerado el mejor jugador del mundo, un verdadero astro dentro y fuera de la cancha que hace vibrar al público con su sonrisa de niño y sus gambetas impensables. Pero si consigue realizar un buen Mundial al mando de la temible selección de Brasil podría alcanzar el trono de astros como Pelé y Maradona

(Foto Reuters)
JOHN CARLIN |  DIARIO
viernes 9 de junio de 2006  12:00 AM

JOHN CARLIN

ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

Cuando observamos a Ronaldinho, el futbolista más talentoso y letal del mundo, lo que vemos es el epítome sonriente de la cultura del placer de Brasil. Cuando observamos a John Terry, comprendemos mejor cómo fue que una nación insular llegó a conquistar la mitad del mundo conocido. Terry _capitán del equipo campeón de la Premier League británica, Chelsea, y pilar de la defensa de su selección nacional_ tiene la estatura, la masa y el aire de frialdad característicos del sargento británico que en los días del imperio inspiraba terror en sus tropas y en los enemigos. Cuando los dos jugadores se enfrentaron cara a cara en un partido este año, fue algo más que un choque entre dos formas diferentes de jugar fútbol, de encarar la vida; fue un ejemplo clásico, o al menos lo pareció, de una fuerza incontenible que se abalanza contra un objeto inamovible. Ocurrió en marzo, en un momento crítico durante el choque la temporada pasada de dos titanes europeos, Barcelona con Ronaldinho contra Chelsea, en octavos de final de la Liga de Campeones, la mayor competencia de clubes. El marcador indicaba 0-0 y quedaban 12 minutos de juego. Ronaldinho recibió el balón en el centro del mediocampo, a casi 14 metros del área penal de Chelsea. A su alrededor había cuatro defensas. Dejó a uno colgado y evitó a otros dos. El cuarto, el último hombre que se interponía entre él y la gloria, era John Terry. La respuesta de Ronaldinho fue hacer lo que hace mejor que cualquiera: lo inimaginable. Tras hipnotizar las filas de Chelsea con la velocidad de sus pies y los virajes de sus danzarinas caderas, enfrentó la fuerza bruta con fuerza bruta. Y ganó. Esquivó al Goliat inglés _sin cometer falta_ y lo dejó caer en la grama. Y fue desde esta penosa posición que el mejor defensa de Londres se quedó mirando mientras el brasileño fustigaba la pelota, rastrera y certera, hacia la red, burlando al guardameta. Esa secuencia eléctrica de acontecimientos _apenas pasaron cuatro segundos desde que Ronaldinho recibió el balón hasta que lo chutó_ condensó, para los millones de aficionados que seguían el partido, una de las grandes verdades del fútbol conocida por todos: los ingleses inventaron el juego, pero los brasileños lo perfeccionaron. Encontraron un pedazo de carbón y lo dejaron convertido en diamante. Patentaron lo que se conoce en todo el mundo como el "jogo bonito", el juego bonito, un estilo de fútbol que combina la exuberancia con el éxito y que Ronaldinho encarna más que cualquier otro jugador de fútbol que esté activo. Brasil en sus pies Tras ganar las copas de 1994 y 2002, con un segundo lugar en Francia 1998, Brasil es nuevamente el favorito, por motivos racionales y sentimentales. Una aplastante victoria 4-1 sobre Argentina (que conquistó la Copa Mundial en dos ocasiones y siempre es uno de los equipos favoritos) en un torneo en Alemania a mediados del año pasado reforzó una idea que se ha estado cimentando desde 2002: que Brasil no sólo ganará de nuevo, sino que también lo hará de una manera no vista desde 1970. Ronaldo, el atacante más admirado del deporte en años recientes, está de regreso. Igual es el caso de Cafú, el capitán, y Roberto Carlos, el lateral con más actitud de atacante en la historia del juego y con el disparo más contundente. Otras tres nuevas superestrellas jóvenes han surgido: Adriano, Kaká y el joven Robinho. Por último, quizás lo que genera más entusiasmo, el equipo de este año contará con Ronaldinho, el actual Jugador Mundial del Año, premio que ha recibido en dos oportunidades, y ganador del no menos prestigioso reconocimiento Jugador Europeo del Año en noviembre pasado. En mayo, condujo a Barcelona a su segundo título consecutivo en la Liga Española y a una victoria en la Liga de Campeones. Independientemente de lo que ocurra en esta Copa Mundial, Ronaldo de Assis Moreira, un mediocampista atacante que todos conocen como Ronaldinho, ya ha hecho más que suficiente no sólo para mantener viva la leyenda de Brasil, sino que también le ha infundido un nuevo vigor. No tanto por lo que ha logrado, mucho para un jugador que acaba de cumplir 26, sino por la manera en que lo ha conseguido. Al igual que Pelé, anota goles sublimes, y en gran número; es casi indiscutiblemente el mejor y más penetrante haciendo pases, el maestro de la asistencia; quizás sea insuperable en el dominio que ejerce sobre el balón. Además, juega con una gran sonrisa en el rostro, incluso cuando falla. Aunque muchos jugadores profesionales en cada deporte parecen expresar las preocupaciones del mundo en sus rostros mientras juegan, Ronaldinho irradia la alegría de un niño de ocho años totalmente despreocupado. Casualmente, esa la edad que tenía cuando su padre sufrió un ataque cardíaco en una piscina y se ahogó. Después de esa terrible experiencia que nunca ha olvidado (después de cada gol que anota, mira hacia el cielo y apunta un dedo que significa, "Para ti, papá"), a Ronaldinho se le podría perdonar si fuera introvertido o taciturno. Sin embargo, parece ser exactamente lo contrario. También es cortés _una de esas personas que siempre dicen "después de usted", "No, después de usted"_ y parece tener poco de las ínfulas que se podrían esperar de una superestrella, por no hablar del deportista vivo más celebrado en todo el mundo. No se pavonea, y cuando le piden que describa aquel gol en el que provocó que John Terry cayera a la grama, elegantemente presenta excusas para el potente defensor del Chelsea. "Tuve la buena suerte de acercarme a él después de alcanzar cierta velocidad, mientras que él venía de una posición estática. Yo tenía una gran ventaja" Potencia europea Aunque se muestra muy orgulloso de ser brasileño _¡Me encanta la forma en que jugamos fútbol!_, Ronaldinho reconoce tener una deuda con Europa, cuyo estilo de juego más rápido y agresivo lo ha obligado a volverse un atleta más completo, "mucho más fuerte", desde un punto de vista físico. Con todo, Brasil ofrece una ventaja, en opinión de Ronaldinho, en el grado extremo de obsesión con el que el fútbol penetra la vida nacional. "No importa a donde vayas en Brasil, no importa a donde mires, hay gente jugando fútbol. Todo el día y la noche, niños con niños, padres con sus hijos, abuelos con sus nietos, adultos con adultos, mujeres u hombres: todo el mundo, en todas partes. Y si no están jugando con una pelota, jugarán con una lata de refresco". Tostao, quien jugó con Pelé en aquella selección brasileña de 1970, que derrotó a Inglaterra en el camino, es un gran admirador de Ronaldinho. El capitán del equipo inglés, David Beckham, sugiere Tostao, tiene la habilidad para hacer lo que puede hacer un jugador brasileño, pero no lo hace porque está atrapado en su mentalidad y cultura inglesas. No puede nutrirse de lo que Tostao llama "la inconciencia imaginativa del fútbol inglés, que se transmite de una generación a la otra". Esa inconciencia colectiva es quizás a lo que Ronaldinho se refiere, aunque sin formularlo de esa forma, cuando habla del enigma de cómo, a pesar de que todos los mejores brasileños juegan en Europa, se las arreglan de alguna manera para funcionar como equipo cuando están juntos. "Nos fuimos de Brasil siendo jóvenes, pero permanecimos allá hasta que teníamos al menos 15 años, usualmente más", cuenta. "Así que todos tuvimos el mismo aprendizaje, y cuando nos encontramos en la selección nacional, la comunicación es fluida. Además, para estar en el equipo brasileño, se debe jugar un fútbol de mucha calidad, y cuando juegas con gente tan buena, el juego se hace fácil y las cosas fluyen naturalmente". Ronaldinho se puede acercar al secreto del fútbol brasileño _la alianza de disciplina y habilidad con imaginación superior_ cuando explica su papel en el equipo. "Cuando entreno", dice, "una de las cosas en las que me concentro es en crear una imagen mental de la mejor forma de entregar un balón a un compañero, preferiblemente de manera que quede solo frente a la meta contraria. Entonces, lo que hago, siempre antes de un juego _siempre, cada mañana y cada noche_ es tratar de pensar las cosas, imaginar jugadas en las que nadie más haya pensado, y siempre hacerlo teniendo en mente las fortalezas particulares de cada compañero de equipo a quien le paso la pelota. Cuando construyo esas jugadas en mi mente, tomo en cuenta si a un compañero le gusta recibir el balón en sus pies o delante de él, si es bueno con la cabeza y cómo prefiere cabecear la pelota, si es más fuerte con su pie derecho o el izquierdo. Es mi trabajo, es lo que hago. Imagino el juego". Heredero de Pelé Ronaldinho imagina el juego tan bien que algo está ocurriendo en el mundo del fútbol, algo que hubiera sido impensable 10, 5 o 2 años atrás: la gente comienza a preguntarse si Ronaldinho podría estar a la misma altura de los dos grandes dioses del balompié mundial, Pelé y Maradona. "La gran polémica ya comenzó en Brasil", dice Juca Kfouroi, un prominente comentarista de TV y periódicos de Brasil "y la gente mayor, la gente de mi generación, se resiste a hacer la comparación, naturalmente. Pero, ¿sabes algo? No hay forma de evitarla: Ronaldinho está reinventando el fútbol. Es el jugador más creativo y vistoso que hemos visto en cualquier lugar en años". El propio Maradona dijo casi lo mismo en una entrevista con el diario español Sport. "Es impresionante cómo Ronaldinho puede combinar tanto técnica como velocidad", indicó el argentino. "Sólo es posible porque tiene una mente privilegiada. Piensa muy rápido. Sabe qué hará antes de que el balón llegue a él. Es un espectáculo por sí solo". De hecho, es tan espectacular que, señala Kfouri, Tostao causó un gran estremecimiento en el mundo del fútbol cuando se preguntó en una reciente columna en el mayor periódico de Brasil, Folha de Sao Paulo, si se pudiera colocar a Ronaldinho en el pedestal más alto de todos. Fue un pensamiento inspirado y poco sorprendente, viniendo de un hombre que tuvo la suerte de jugar en la línea delantera de Brasil 36 años atrás junto al jugador conocido desde entonces en el país como O Rei, el Rey. "Sí", admite Tostao, "he planteado este asunto. He demostrado que en 2002, Ronaldinho fue un jugador tan importante como cualquiera en el equipo brasileño, y hoy es aún mejor futbolista que entonces. Jugué con Pelé. Pelé siempre ha sido el más grande. Y creo que Ronaldinho aún está detrás de él, pero...". ¿Y ese gol contra Chelsea? ¿Ese triunfo de la poesía brasileña sobre la prosa inglesa? ¿No habría estado Pelé orgulloso de aquello? Sí, reitera Tostao. Pero no se trata sólo de los goles que Ronaldinho anota. Se trata se esos pases que sirve en bandeja para sus compañeros. Eliminó a un gran equipo como el Milan en las semifinales de la Liga de Campeones de esa forma, entregando una asistencia con un toque mágico. Sus pases son tan decisivos como sus goles. "Sí", continúa Tostao, pensativo, vacilante, coqueteando con una herejía, "es posible. ¿Quién sabe? Dentro de un año podríamos estar diciendo que Ronaldinho es tan bueno como lo fue Pelé". *John Carlin es colaborador de The New York Times Traducción: José Peralta Traducción: José Peralta

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