Amsterdam.- Los cascos naranjas, del estilo de los
utilizados durante la Segunda Guerra Mundial, fueron prohibidos
por las autoridades del fútbol holandés por resultar
ofensivos para los anfitriones del Mundial, pero eso no impidió
que el empresario Florian van Laar vendiera casi 250.000 de
ellos, en una nación patriota en que la rivalidad con el
país del este es muy profunda, reseñó Reuters.
"Es la guerra", dice riendo Van Laar cuando se le pregunta
por su pelea con un rival, que luchan por la cabeza de los
seguidores de la selección holandesa. "El casco es un
poco controversial. Es una indirecta hacia Alemania, y también
a nuestro equipo nacional, por supuesto. Pero simplemente
es diversión inofensiva".
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